Capítulo 9. Poder que arde.
Capítulo 9. Poder que arde.
Me desperté tarde. Clara me había dado el día libre para que pudiera recuperarme y ni siquiera había puesto la alarma del despertador.
Me sentía extraña. No había vuelto a hablar con Iría desde la noche anterior, pero cada vez que cerraba los ojos veía su pelaje blanco y esos ojos dorados, y aquello me transmitía una calma que no entendía del todo.
Me quedé sentada en la cama durante unos minutos, pensando en lo que me había dicho: poder para sanar y para destruir. No tenía ni idea de cómo usarlo, y tampoco quería hacer daño sin querer a nadie.
No podía permitir que me pasara lo mismo que con aquel hombre de la cafetería. Si la gente empezaba a notar algo raro, acabaría metiéndome en problemas.
Decidí que tenía que entrenar. No podía pedir ayuda a nadie que supiera de lobos, porque eso significaría revelar dónde estaba, así que tendría que hacerlo sola.
A la mañana siguiente me levanté antes del amanecer, me vestí con ropa cómoda y salí a la calle. El puebl