Capítulo 53. Nueva manada.

Nunca me había costado tanto tomar una decisión. Desde que regresamos de la manada, la cafetería se había convertido en un refugio improvisado para los híbridos, pero yo sabía que no podían quedarse allí para siempre. El pueblo estaba empezando a resquebrajarse bajo el peso de tantas tensiones: los humanos miraban con recelo a los recién llegados, los híbridos tenían miedo de salir a la calle, y yo… yo estaba atrapada en medio, intentando sostener algo que parecía caerse en pedazos día a día.

Esa mañana, después de pasar lista en el centro comunitario y comprobar que todos estuvieran más o menos bien, me quedé un rato afuera, apoyada en la pared. La nieve crujía bajo las botas de los niños que jugaban cerca, y aunque sus risas sonaban reales, yo no podía dejar de pensar que ese momento de calma era apenas un respiro antes de la tormenta.

Sabía que tenía que hablar con el alcalde. Él había sido de los pocos que había mostrado un poco de compasión cuando l