Capítulo 15. Las reglas del exilio.
Capítulo 15. Las reglas del exilio.
Hoy la cafetería está más llena de lo normal. Clara me ha dicho que es porque ha llegado gente de fuera para la feria de otoño que se celebrará en la plaza principal el fin de semana.
La verdad es que no me interesa demasiado, pero desde que llegué aquí he aprendido que cualquier evento es suficiente para que el pueblo se llene de curiosos.
Yo estaba en la barra, limpiando unos vasos, cuando noté que alguien entró y me observaba más de lo normal. No era como el chico de la sudadera gris, que me miraba con timidez. Esta vez era diferente. El hombre se quedó en la puerta, escaneando todo el lugar, hasta que sus ojos se fijaron en mí.
Era alto, de complexión fuerte, y llevaba una chaqueta de cuero desgastada. En la espalda tenía un símbolo extraño, como un círculo con líneas cruzadas. Llevaba un bolso colgado del hombro, grande, que parecía pesado. Sus botas estaban cubiertas de polvo, así que seguramente venía de viaje.
—Nueva cara —comentó Clara