Capítulo 130 – Elara y el reflejo

Desde hacía unos días, notaba que Elara empezaba a comportarse de manera extraña. Lo primero fueron los balbuceos frente a los espejos de la cabaña. No decía palabras claras, solo sonidos suaves que parecían imitar conversaciones, como si estuviera respondiendo a alguien que yo no podía ver. Al principio pensé que era algo propio de su edad, un juego de bebés, pero pronto me di cuenta de que había algo más.

Un día, mientras la llevaba en brazos frente al pequeño charco que se formaba al lado del río, levantó sus manitas y se inclinó hacia el agua. Miró su reflejo, y por un instante, sus ojos plateados parecieron desvanecerse para volverse completamente negros. Me quedé paralizada, conteniendo la respiración, sin atreverme a tocarla.

—Elara… —susurré, con el corazón latiéndome a mil—. ¿Qué estás haciendo?

Ella me miró, sonrió levemente y balbuceó algo que no entendí, girando luego su rostro hacia el bosque como si alguien la llamara. Aquella mirad