Lucian
Sorin no exageraba cuando me dijo que debía verlo por mí mismo, pues, si me hubiera relatado lo que tengo frente a mis ojos, probablemente no les hubiera dado crédito a sus palabras. A pesar de que envié a mis lobos a rodear el perímetro, de alguna forma los humanos y las brujas han logrado colarse y ahora, un enorme ejército que ni siquiera puedo contabilizar se ha levantado ante nosotros y se encuentra a varios kilómetros de distancia, listos para atacar.
Jamás pensé que mil años después de la primera gran guerra, y de haber vivido tiempos de paz bajo el reinado de mi padre; una nueva guerra se desarrollará aquí mismo, en el reino de Vidramortis.
Mi piel se eriza sin que lo pueda controlar. Por mucho que mis lobos superen en fuerza y agilidad a los humanos, ellos cuentan con el apoyo de las brujas, y, además, las espadas resplandecientes que blanden en sus manos son un aviso de que no están hechas de cualquier material… es plata mágica.
Ni en mis peores pesadillas imaginé