Alina
Salir de esa pequeña cueva donde pasé encerrada tantos días se siente como un fresco respiro. Encaramada a la espalda de Ulric, no alcanzo a ver más allá de unos pocos metros, sin embargo, mi visión se aclara rápidamente y es ahí cuando me doy cuenta del verdadero caos que está sucediendo.
Por un momento llegué a pensar que Ulric mentía, pero reconozco muy bien los uniformes del ejército real, además, incluso algunas caras se me hacen familiares, a pesar de la sangre que enmascara bastante bien a algunos de ellos.
Miro horrorizada la masacre que están cometiendo contra mi antigua manada, y no es que sus muertes me inspiren un dolor profundo. Ninguno de esos lobos fue amable conmigo, ninguno me quiso y ni siquiera fueron capaces de reconocerme como parte de ellos, pero eso no quiere decir que sea indiferente a la horripilante escena que tengo en frente.
Los lobos del rey parecen poseídos, los gritos, la sangre y los sesos esparcidos por todo el bosque no les causan ni el más míni