UNA RENDIJA DE LUZ EN MEDIO DE LA PENUMBRA.

—¡Detente Luthzer! —exclamó Nahe, uniéndose al lamento de Anastasia, y enseguida cruzó el umbral.

—¡La única forma de impedir esta matanza es que me lo entregues a él! —exigió Luthzer, señalando al otro ser que era idéntico al padre de Adrián.

—Alyan no se unirá a tus filas. Por más daño que me hagas —le dijo Nahethis; los ojos de Luthzer se volvieron más diabólicos.

—Alyan, ¡mira lo que has hecho conmigo! Soy esto, soy oscuridad, muerte, peste, los jinetes del Apocalipsis ¡La destrucción de un mundo entero en un solo cuerpo! —Entonces, con una de sus uñas afiladas, se rasgó su propia cara y pude ver esa misma herida abrirse en el rostro de Alyan; la herida se cerró rápidamente de la misma manera que a Luthzer. Ve a través de mí, sangra conmigo y únete a mí. Tu vida, hermano, durará la misma que la del árbol al que estás unido, y ese árbol soy yo… soy inmortal. Así que de nada sirve que intentes extinguir tu espíritu para acabar conmigo, porque cada vez que lo intentes, yo te sanaré a
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