REINA DEL MAR. CAPÍTULO 83. El dominio de un hombre
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 83. El dominio de un hombre
El corazón me late en la garganta cuando la luz tenue de una linterna comienza a acercarse. La opción obvia sería debajo del escritorio, pero esa también sería la opción obvia para que cualquiera revise.
Así que elijo un mueble distinto y doy gracias a que las armas delanteras y las traseras son capaces de amoldarse a un espacio relativamente pequeño. Me escondo sin pensar bajo una especie de aparador bajo, pesado, parecido a un archivero chato o una mesa de boticario, algo por el estilo.
Apenas logro acomodarme ahí cuando la puerta se abre y una linterna rasga la oscuridad. Me quedo completamente inmóvil, conteniendo la respiración. El haz de luz se mueve por las paredes, por el escritorio, por los estantes. Los pasos son lentos y cercanos. Siento que el polvo me pica en la nariz, pero no me muevo ni un milímetro. ¡Joder qué ganas de estornudar!
Pero justo cuando creo que me va a descubrir, la linterna apunta hacia el rincón opuesto