REINA DEL MAR. CAPÍTULO 65. Un asalto a la memoriaEl aire es salado y denso, cargado con la electricidad de la tormenta y la adrenalina que recorre mis venas como si fuera fuego líquido.La noche es oscura, apenas rota por los relámpagos que rasgan el cielo y revelan, por breves segundos, la silueta del Halcón Peregrino. Desde la cala oculta del atolón, observamos cómo su tripulación lucha por mantener la estabilidad del barco en plena tormenta, y sé que no hay otra oportunidad como esta.Estarán cansados de toda la maniobra pronto, muy pronto, y como buen depredador espero a que ese momento llegue.Me ajusto el cinturón del arnés, respiro hondo y hago una seña con la mano. Cuatro lanchas rápidas se lanzan desde la playa como dardos directos al objetivo. El rugido de los motores se mezcla con los truenos. Y nadie nos ve llegar porque ¡vamos! Con esta tormenta ¿quién estaría vigilando?Subimos por la borda sin problema. Las olas golpean con furia, pero los ganchos se afianzan en los b
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 66. PídemeloLo beso como si el resto del mundo hubiera desaparecido. Solo estamos él y yo, flotando en este rincón cálido que parece habernos escondido de todo. Sus manos recorren mi cuerpo con una urgencia que me enciende la piel, como si necesitara memorizar cada curva, cada rincón húmedo.Cada caricia me eriza, no solo por el contacto, sino por el deseo que crece entre nosotros, uno que hemos estado conteniendo demasiado tiempo. El murmullo del agua es constante, envolvente, casi cómplice. Cuando sus dedos se enredan en mi cabello y toma mi nuca para guiar el beso, siento que pierdo el control, que ya no soy yo.—Maldit@ sea, hayabusa… —gruñe contra mi boca—. Quiero hacerte cosas que no vas a poder olvidar.Le muerdo suavemente el pecho, justo donde se cruzan sus tatuajes. Sé lo que estoy haciendo, pero al mismo tiempo, estoy completamente perdida.—Me gustan los nuevos —susurro, apenas consciente de mis propias palabras.—Y a mí me gustas tú —me responde,
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 67. Un barco fuera del radarDespierto con una sensación extraña, como si todo estuviera en silencio, aunque el mar nunca calla. Abro los ojos lentamente, y aunque la cama sigue tibia, algo no está bien. Ren no está a mi lado. Me doy vuelta buscando su calor, pero el espacio junto a mí está vacío.—¿Ren? —digo sin pensar, pero la respuesta es solo el eco de mi voz en la habitación.Él no está.Me levanto con pereza, poniéndome una camiseta vieja y deslizándome descalza por la cubierta del barco. La madera bajo mis pies está fría, aún húmeda por la tormenta de la noche anterior, pero el sol ya asoma entre las nubes, tratando de disipar la niebla gris que dejó atrás el mal tiempo. El viento suave se siente raro, demasiado tranquilo. Algo no está bien, lo presiento.Camino hacia el exterior del barco, y es entonces cuando escucho el ruido. No es el usual crujido del mar contra el casco ni el silbido del viento, sino una mezcla de risas, voces y el ruido inconfundi
CAPÍTULO 68: Bajo el signo de la flechaLa tormenta ya ha pasado, pero el aire sigue pesado, cargado de humedad y el retumbar lejano de la tormenta parece quedarse en mis huesos. Me paro en la cubierta, miro hacia el horizonte, pero mi mente no para de dar vueltas. La tranquilidad del mar después de una tormenta siempre me pone incómoda. Como si el océano estuviera avisándonos algo.Ren se me acerca en silencio, sus pasos son suaves sobre la madera, pero no hace falta mirarlo para saber que está preocupado.—Hayabusa —dice, y su voz es baja, casi un susurro.—¿Cambió de posición? —pregunto porque solo imagino que ese barco pueda estar acercándose—. Si está navegando en esta tormenta in recalar… debe ser un navío de gran calaje para soportarlo.—Ese no es el problema —responde Ren y me giro hacia él porque solo imagino que esa tensión en su voz debe tener un motivo poderoso.—Ese barco está demasiado cerca.—¿De nosotros?—No… Del Barba Negra.Frunzo el ceño, i mi instinto se activa in
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 69. Sin señalLa radio está muerta. El radar también. Desde hace una hora no tenemos noticias de Ren, y eso no me gusta ni un poco.Ya sé que es un hombre adulto, fuerte, sexi y todo lo que quiera, pero lleva en esto muy poco tiempo, demasiado poco como para imaginar que son incontables las sorpresas y las trampas de las que un buen estratega es capaz en pleno mar. Asaltar cargueros es la parte menos divertida entre todo lo que hay en la cabeza de alguien que sabe navegar, y eso yo no lo supe, por desgracia, hasta que no salí a mar abierto.Y Ren apenas lo está aprendiendo; así que el hecho de que no responda no es nada bueno. Vimos al Halcón Peregrino pasar hace más de tres horas, persiguiendo las lanchas rápidas de su capitán, pero en el mismo silencio en que Dagger me anuncia que desaparecieron de nuestro radar, sé que debe haberse metido en problemas.—¡Dagger! —grito, saliendo al centro de mando, con el viento en la cara y la paciencia hecha pedazos—. Pre
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 70. La vieja usanzaTengo que provocarlo. Sé que no es justo, pero para mí es la única manera que esto no pase a un plano mucho más serio.—Te voy a enseñar cómo se caza en el mar cuando ya no sirven tus cositas —le digo a Ren, cruzada de brazos mientras mis ojos van desde el mapa hasta el esqueleto electrónico del Halcón Peregrino.—No es culpa de “mis cositas” —responde, frunciendo el ceño.—No te lo tomes personal, kenshi. Lo que digo es que vamos a tener que rastrear a la vieja usanza.Él alza una ceja no muy convencido pero es un hombre inteligente y como a todo hombre inteligente le encanta aprender.—¿A la vieja usanza?—Brújula, mapas, instinto, buena memoria… y un par de buenos binoculares. ¡Como en los viejos tiempos! —Le sonrío—. En cuanto el Barba Negra esté en condiciones, los alcanzaremos. Y entonces… volveremos a la cacería.Ren me mira por un momento sin decir nada. Sé que está procesando lo que dije, y también lo que no dije. Al final, solo asi
Capítulo 1. La esposa perfectaAcaricio mi vientre con una sonrisa, sé que mi embarazo todavía no se me nota mucho porque apenas tengo cuatro meses, pero estoy tan feliz que solo puedo pensar en eso. No es el primero, y cuando recuerdo que Devon y yo hemos perdido dos embarazos anteriores el miedo me asfixia, pero tengo todas mis esperanzas puestas en que todo saldrá bien con este bebé.Bajo a la cocina y la inundo con el olor del café recién hecho. Dejo el desayuno listo, la mesa impecable, el portafolio ejecutivo de mi esposo está preparado y Bonnie, mi suegra, ya está sentada frente a su taza de té con leche, hojeando la sección financiera del periódico como si entendiera algo.Mi esposo entra al comedor con su traje perfectamente ajustado y ese aire de seguridad del que me enamoré. Me envuelve en un abrazo y acaricia mi vientre saludando al bebé, y luego parece recordar algo del trabajo.—Amor, ¿el informe de TradeLink? ¿Crees que deberíamos movernos rápido? —pregunta mientras aju
CAPÍTULO 2. Una verdad desgarradoraEl dolor es lo primero que siento cuando abro los ojos. No es físico, aunque mi cuerpo esté cansado y entumecido. Es un dolor profundo en mi pecho, como si algo hubiera sido arrancado de mí. Y lo fue. Lo sé incluso antes de escuchar una palabra.—Regina... —La voz de Verónica llega suave, como si estuviera tratando de no romperme más de lo que ya estoy. Cuando mis ojos se enfocan la veo ahí, sentada junto a mi cama, con Ruby a su lado.—No... —murmuro con un susurro ahogado, pero no hace falta que diga más. Ellas lo saben, y yo lo sé. Ruby aprieta mi mano, y Verónica me acaricia el cabello con los ojos llenos de lágrimas—. No puede ser… esto no puede estar pasando…—Estamos aquí contigo, cariño —dice Ruby.—El bebé... —susurro y la palabra se queda flotando en el aire como un eco vacío hasta que Vero niega con la cabeza.—Lo siento tanto, Regina…Las lágrimas vienen sin previo aviso, un torrente que no puedo detener. No me importa quién me ve o cómo