REINA DEL MAR. CAPÍTULO 59. Un ofrecimiento¿Que lo voy a entender? ¡ ¿Que lo voy a entender?! ¡No entiendo nada!Estoy esposada, tengo a un bebé dormido en brazos y Letty me lo quita con una sonrisa pícara.—Letty ¿qué es esto?De repente la puerta se abre de golpe, tan fuerte que rebota contra la pared. ¡Y ahí está el autor intelectual del crimen!—¡Si es que debí haberlo sabido! —siseo—. ¡Esto no es gracioso, Ren! ¡Quítame esto! —demando pero la verdad es que no sé si me escucha siquiera. Está despeinado, tiene los ojos en llamas, y respira como si hubiera corrido diez kilómetros. Me mira como si me hubiera estado buscando por años solo para matarme y yo achico los míos con sorpresa.—Así se ve un ataque de celos —me susurra Letty al oído y no tengo tiempo de responderle porque el hombre de las cavernas este se acerca sin decir ni una palabra, me agarra como si fuera un saco de papas y me echa al hombro.—¿¡Qué carajo haces!? —le grito, pataleando—. ¡BAJAME! ¡REN!—No. —¿¡Cómo qu
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 60. Una noche larga—¡Estás loco! —le grito con toda la impotencia que tengo en el pecho, y con otro poco de espanto porque tiene cara de que de verdad lo va a hacer.Ren me mira como si no estuviera a punto de pegarle, como si yo fuera una tormenta que lleva esperando toda la vida.—Tienes derecho a cobrar venganza —me dice, sin mover un músculo, solo con esa mirada oscura fija en mí—. Si eso es lo que necesitas para cerrar el capítulo, hazlo. Aquí estoy.—¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Yo cerré el maldito capítulo hace un año! ¿Cómo se te ocurre…? ¡Ren, suelta eso! ¡Maldición suelta eso!—Hazlo. —Se acerca y pone el cuchillo en mis manos, las envuelve a su alrededor y me obliga a sujetarlo—. Esta hoja ha pasado por generaciones de justicia, pero solo ha hecho justicia para la familia Toshiro. Tú nunca vas a dejar de pertenecer a nuestra familia —me asegura—. Por favor solo… solo vamos a terminarlo.—¡Que te falte un dedo en cada mano no va a terminar con nada,
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 61. Una decisiónRENLa veo cerrar los ojos como si esas dos simples palabras le dolieran.—Sí —responde sin girarse y me incorporo en la cama de inmediato porque el sueño y el cansancio se me van en una sola sacudida ante la perspectiva de perderla otra vez.—¿Por qué?—Porque si me quedo, no confío en que no me vas a romper otra vez, y ya no me quedan piezas para juntar —sentencia y el silencio se apodera de la habitación.Quiero decirle que no se vaya, intentar convencerla… pero sé que no lo conseguiré solo con palabras, así que no lo hago.Escucho la puerta cerrarse tras ella y me dejo caer en la cama con las manos en la cabeza. Miro a mi lado y odio que solo queden sábanas revueltas y una almohada con el aroma que me arranca el alma del cuerpo.Ruby ya no está. Ruby vuelve al mar y solo deja ausencia a su paso. Solo deja el recuerdo de ese sueño de hace más de un año, cuando la vi por primera vez y supe dos cosas con certeza: que la había estado esperando,
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 62. Un pirata bonitoEl mar está tranquilo esta mañana, casi demasiado tranquilo, y eso siempre me pone nerviosa. El viento huele a sal, a humedad, a posibilidades. Estoy en la cubierta del Barba Negra, con el catalejo en una mano y la radio en la otra, cuando Dagger, uno de mis subordinados, sube a decirme lo que ya me imaginaba por el tono de su voz.—Capitana —dice, con una ceja alzada y una sonrisa torcida—, tenemos aviso de un carguero cerca. Clase media, bandera sudafricana, escolta mínima, carga probablemente farmacéutica.—¿Legal o ilegal?—Ambas cosas. Al parecer llevan material entretenido.Sonrío. Ese tipo de mercancía vale oro en las rutas del sur. Sobre todo en las zonas que no figuran en ningún mapa.—¿Ubicación?—Treinta millas al este. Si le damos velocidad, llegamos en cuatro horas. ¿Damos caza?Me tomo un segundo para pensarlo. No demasiado porque la tripulación está inquieta, llevamos semanas sin una presa digna. Y yo necesito distracción. ¡U
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 63. Un par de sorpresasAlgo raro está pasando.Y no hablo de las coincidencias normales del mar, ni de supersticiones de sal y viento. Hablo de algo raro de verdad. Porque no importa cuánto nos adelantemos, qué tan bien planeemos el ataque, él siempre se nos adelanta. ¡Siempre!Ren.¡Maldición, maldición! No sé qué quiere el maestro de espadas, pero definitivamente está tentando mi paciencia y hasta mi buen corazón, donde sea que lo tenga ahora.Me froto las sienes mientras Dagger me espera con los brazos cruzados en la puerta de mi camarote. Sé lo que va a decir antes de que abra la boca, pero igual me lo suelta con esa voz que ya casi se ha convertido en mi despertador diario.—Capitana, el tercer carguero también estaba vacío. Otra vez. Ni una caja de té nos dejaron.—¿Y testigos?—Un par de tripulantes que no saben ni en qué día viven. Dijeron que fue “rápido, sin violencia, casi elegante”.—Elegante —mascullo—. Seguro se puso camisa blanca esta vez.Dagge
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 64. En la tormentaLa cosa se nos ha ido de las manos. ¿Para qué negarlo?Lo que empezó como un juego absurdo de “a ver quién le roba al otro primero” se ha vuelto la comidilla de todos los puertos. Cada vez que pongo un pie en tierra, me topo con algún borracho contando las hazañas del “famosísimo Halcón Peregrino”.El Halcón. Qué dramático. Qué poético. Qué insoportable. ¡Si es que quiero ahorcarlo así, así con mis manitas! Quiero acariciarle la carita con Babe. Quiero tocarlo bajo la lluvia… con un cable pelado.—¿Has oído que ese tipo detuvo él solito a tres cargueros tailandeses y no pudieron defenderse ni con un balazo? —pregunta uno en el muelle, con ojos vidriosos y una sonrisa idiota.—Sí —respondo doy una señal para que descarguen un par de contenedores del Barba Negra—. También escuché que duerme de pie como los caballos y que puede oler el oro bajo el agua.El borracho asiente como si fuera perfectamente lógico.—Dicen que no acepta nuevos hombres e
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 65. Un asalto a la memoriaEl aire es salado y denso, cargado con la electricidad de la tormenta y la adrenalina que recorre mis venas como si fuera fuego líquido.La noche es oscura, apenas rota por los relámpagos que rasgan el cielo y revelan, por breves segundos, la silueta del Halcón Peregrino. Desde la cala oculta del atolón, observamos cómo su tripulación lucha por mantener la estabilidad del barco en plena tormenta, y sé que no hay otra oportunidad como esta.Estarán cansados de toda la maniobra pronto, muy pronto, y como buen depredador espero a que ese momento llegue.Me ajusto el cinturón del arnés, respiro hondo y hago una seña con la mano. Cuatro lanchas rápidas se lanzan desde la playa como dardos directos al objetivo. El rugido de los motores se mezcla con los truenos. Y nadie nos ve llegar porque ¡vamos! Con esta tormenta ¿quién estaría vigilando?Subimos por la borda sin problema. Las olas golpean con furia, pero los ganchos se afianzan en los b
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 66. PídemeloLo beso como si el resto del mundo hubiera desaparecido. Solo estamos él y yo, flotando en este rincón cálido que parece habernos escondido de todo. Sus manos recorren mi cuerpo con una urgencia que me enciende la piel, como si necesitara memorizar cada curva, cada rincón húmedo.Cada caricia me eriza, no solo por el contacto, sino por el deseo que crece entre nosotros, uno que hemos estado conteniendo demasiado tiempo. El murmullo del agua es constante, envolvente, casi cómplice. Cuando sus dedos se enredan en mi cabello y toma mi nuca para guiar el beso, siento que pierdo el control, que ya no soy yo.—Maldit@ sea, hayabusa… —gruñe contra mi boca—. Quiero hacerte cosas que no vas a poder olvidar.Le muerdo suavemente el pecho, justo donde se cruzan sus tatuajes. Sé lo que estoy haciendo, pero al mismo tiempo, estoy completamente perdida.—Me gustan los nuevos —susurro, apenas consciente de mis propias palabras.—Y a mí me gustas tú —me responde,