Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio se había convertido en su única compañía. Cuarenta y ocho horas habían transcurrido desde que Danna había cerrado la puerta de su habitación, y el mundo exterior parecía haberse desvanecido como un espejismo cruel. La luz del amanecer se filtraba entre las cortinas de seda, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de madera noble que no había pisado desde que decidió encerrarse en su propia prisión emocional.
¿Cómo llegué hasta aquí? La pregunta resonaba en su mente como un eco persistente mientras observaba su reflejo en el espejo del tocador. La mujer que le devolvía la mirada era un fantasma de quien había sido hace apenas dos días. Sus ojos, normalmente brillantes con esa chispa de determinación que la caracterizaba, ahora lucían apagados y hundidos en cuencas marcadas por ojeras violáceas. Su piel, que durante







