34. Cásate conmigo, Sky
No pasó ni una hora cuando un coche deportivo se detuvo frente a la cabaña. Alexander Di Angelo descendió con su habitual elegancia, el cabello ligeramente despeinado y los ojos llenos de preocupación. Jeremy bajo también y entro corriendo en la casa.
—¿Qué pasó? —preguntó Alexander apenas llego a su lado.
—Hablaremos esto de forma más privada, ven —dijo ella.
Skyler lo condujo al interior.
Las niñas jugaban en la sala con Jeremy, ajenas al torbellino que se avecinaba.
Ella esperó a que se alejaran lo suficiente antes de hablar.
—Se escaparon del internado. Fueron hasta la mansión Accardi. Tuve que traerlas porque no me sentí segura dejándolas, ¿y si escapan de nuevo?
Alexander se quedó mudo.
—¿Qué?
—Sí —continuó, con la voz quebrada—. Fueron a buscar a Giovanni.
Él exhaló, incrédulo.
—¿Y él… las vio?
—No lo sé. Pero su familia sí. Y si él no lo sabe todavía, lo sabrá muy pronto.
Alexander la observó en silencio, comprendiendo la magnitud de la situación. Skyler