Amelia.
—Cariño… —mis ojos parpadearon, pero Ares ya no estaba frente a mí, aunque bajé para mirar mis manos, donde aún estaba esta copa que me dio minutos antes—. ¿Quién te dio esa copa?
—Un camarero… —respondí rápidamente observando a Edric, y me bebí el resto de contenido de un solo sorbo.
—¿Qué pasa contigo? —Edric pareció escandalizado y le sonreí.
—Nada… quería beber algo, y…
—Amelia… —su boca se apretó y puse mi mano en su mejilla.
—Tranquilo esposo… voy a actuar frente a toda esta gente de que somos una pareja perfecta y de que estamos muy enamorados… que nuestra familia es la mejor, y que no puedo ser más feliz… haré todo lo que a mi esposo le dé la put@ gana…
Los ojos de Edric se pusieron oscuros, y estaba a punto de tomar mi brazo, cuando escuché esa voz de nuevo.
—Señor Rausing… —tanto Edric como yo nos giramos.
Allí estaba Ares, y su abogado. Pero yo solo podía mirarlo a él mientras mi boca se abría.
Edric le asomó una sonrisa y asintió.
—Bienvenido…
—Señora…