Capítulo 39.

El que hicieran reuniones  hacían olvidar por un momento donde te encontrabas. No había militares que te reprimían, no había toques de queda y mucho menos preocupaciones por una lluvia que te arrebatara la vida.

No las había ahora.

Los chicos tienen pequeños instrumentos, desde ukeleles y armónicas, sonando para que el ruido de nuestras vidas se olvide. 

No hay lugar para el miedo.

No lo hay para el temor.

Solo existe un grupo de personas intentando vivir, sí vivir, porque el sobrevivir se comenzaba a dejar atrás.

En el centro hay una hoguera con gente reunida, yo incluida. Chicos bailan y parlotean por todos lados, dejándose llevar por el ritmo.

Cierro mis ojos y me dejo llevar por las notas, puedo asegurar que a Grisel y a mi abuelo les gustaría estar aquí.

— ¿Te estás divirtiendo?

Me giro a mi derecha y esta Gaia mirándome con ent

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