—¡Eres una maldita! ¿Cómo te atreves? —gritó histérica con el pelo de Camila entre sus manos.
Por instinto, Camila le clavó las uñas en los brazos y se vio obligada a soltarla.
—¿Qué demonios te pasa, Estela? —Adrián se levantó con rapidez y le sujetó ambas manos antes de que volviera a arremeter contra Camila.
—¿Cómo pudiste Adrián? —Empezó a llorar a mares con un dramatismo que aumentaba el enojo de Camila contra ella. Respiró profundo para no perder el control y devolverle el que la halara del pelo con una buena bofetada—. ¿Es que Luciano y yo no te importamos? ¿Por qué nos tratas así?
—¡Estela, reacciona! —La sacudió—. Luciano está muerto. Mira su tumba. —Y la obligó a verla, pero ella negó con l