Camila dejó a Adrián en uno de los asientos frente a la pasarela y fue a buscar a Luka.
—¿Estás nervioso? —le preguntó cuando lo vio estrujando sus manos con impaciencia.
—Para nada, querida, solo agito mis manos por gusto —dijo con ironía.
—Tranquilo, todo va a salir a la perfección.
—Lo sé, pero no puedo evitar estar nervioso. Háblame de otra cosa a ver si despejo mi mente.
—¿Qué quieres que te diga?
—No sé. Cuéntame cuando te vas a casar otra vez con Adrián, o por lo menos mudarse juntos. Yo creí que las cosas iban viento en popa.
—Luka, no seas tonto. Recién terminamos la primera etapa de la terapia y estamos tomando las cosas con calma para no arruinarlo.
Luka miró hacia arriba.
—Que aburridos son. Pero ¿no ha habido ni un poquito de acción entre ustedes?
Camila rio a carcajadas.
—Sabes que h**o mucha acción al principio.
—Lo sé. Faltaste varios días a la empresa