72. Perdido
Fabio abrió los ojos con un esfuerzo descomunal, aunque la claridad de la habitación le exigió que los cerrara nuevamente. Con las manos, palpó lo que le rodeaba y extendió el brazo hacia su gaveta para buscar algún analgésico.
Aún no se ubicaba del todo estando en un hotel y continuaba esperando que pronto saliera la autorización de volver a su departamento, pero como todo trámite burocrático tomaba su tiempo, no le quedaba más opción.
Sintió la boca amarga y un olor nauseabundo llegó de pronto a su nariz, lo que le provocó una arcada. Al mismo tiempo, su mano cayó en la nada y eso hizo que se irguiera.
Abrió los ojos y aunque le ardieron, hizo otro esfuerzo para comprobar si se había quedado dormido a los pies de la cama. Su sorpresa fue enorme al notar que había vómito en una de las almohadas y estaba a medio vestir.
La camisa no solo la tenía abierta, sino que desgarrada, sin varios botones y el pantalón lo llevaba a las rodillas. Y pudo notar la evidencia de que tuvo sexo, porque