La declaración de Caroline fue un golpe frontal. "El único hombre interesante en esta casa" resonó en la mente de Elara como la nota más grave de una campana de alarma, una verdad innegable que validaba sus propios celos y la fragilidad de su compromiso. Por un momento, Elara se quedó sin aliento, su mano aferrada con tanta fuerza a la pluma que sintió el borde afilado del metal en su piel. Era la confirmación de que Keith ya no era un problema personal entre ellos, sino un catalizador de caos que amenazaba con devorar a todos.
Sin embargo, su entrenamiento en la alta sociedad, la coraza que se había forjado para sobrevivir a la indiferencia de su propia familia y a las manipulaciones de Keith, se impuso. Hablar en ese momento, responder a la audacia de Caroline, sería revelar demasiado: revelaría su pánico, sus celos, y, peor aún, su profundo conocimiento de la peligrosidad de Keith. Sería una confesión implícita de que el interés de Keith por ella no era una broma inocente. Sería, e