—Mi amor, ¿por qué no vienes conmigo? —sugirió Duncan, tomando la mano de Elara con la suavidad, guiándola lejos del vestibulo frio—. La vieja biblioteca de papá, es el único lugar en toda esta casa donde me siento realmente a salvo de la... irritante presencia de Keith. Ahí puedo pensar.
—¿La biblioteca? —preguntó Elara, sintiendo una punzada de desilusión que intentó ocultar. Le había prometido un tiempo de calidad con él, lejos de las tensiones del trabajo—. Duncan, ¿qué has estado haciendo todo este tiempo? ¿No habíamos prometido que este viaje sería solo para nosotros? Que no trabajarías.
Duncan se encogió, la euforia del beso se desvaneció, reemplazada por una incomodidad genuina y una expresión de tensión en su rostro.
—Lo sé, mi vida. Lo sé, rompí mi promesa y me siento fatal por ello. Pero mientras ustedes estaban afuera, el correo electrónico del Sr. Peterson llegó. Es el manuscrito final, el gran proyecto de este año. Sabes que Holloway es nuestro autor más importante y no