Noe no podía controlar su estado, estaba enojada, furiosa y todo se debía a Gaby, él la hacía poner así. Él hacía que a ella le saltara la térmica. Por lo que lo único que le quedaba hacer para poder bajar todas esas ganas de moler a palos algo, o a alguien en este caso. Se dirigió al gimnasio, unos cuantos golpes a la bolsa para poder bajar la rabia, le iba a venir de maravilla. No podía dejarse alterar por un hombre y mucho menos por un hombre como Gabriel Medina. Con un grito ahogado de frustración entra al gimnasio negándose a seguir pensando en aquel primate.
—Llego la morocha de ojos celestes —articula un hombre de anchos hombros, ojos oscuros y pelo negro, acercándose a ella con una sonrisa radiante.
—Hola, Martín —saluda, forzando una sonrisa y que se vio mas como una mueca extraña.
—Mmm —Martín se lleva un dedo a la barbilla y la frota pensativo—… Esa sonrisa fue más falsa que un billete de tres pesos —Le pasa un brazo por el hombro y la tira hacia él obligándola a caminar a