—Sé que puedes cuidarte sola —le susurra a centímetros de su boca, clavando sus pupilas en las de ella.
—Entonces deberías dejar de protestar y pensar en cómo trabajar juntos esta noche —susurra de vuelta.
—No pienso en otra cosa desde que entraste —murmura con voz ronca bajando su mirada a la boca carmesí que lleva puesta.
—Gaby —jadea cuando la aprieta más a su cuerpo. Él cierra los ojos absorbiendo su nombre saliendo de su boca.
—Dilo de nuevo —le pide casi en un ruego.
—¿Qué cosa?
—Mi nombre —Gaby se acerca, rozando su boca en la oreja de Noe.
—Gaby —susurra casi sin aire.
—Noe —sopla en su oreja, haciéndola estremecer. Pasa la lengua por su mandíbula hasta llegar a la boca de su deseo.
—No sigas —lloriquea, pero no diciéndolo de verdad. Ni siquiera sabía que era lo que en verdad quería.
—¿Quieres que pare? —pregunta lamiendo el cuello de Noe.
—No… Si... No... —balbucea ella y Gaby sonríe sobre su piel.
—Debes dejar de provocarme —le advierte apretándole el culo con manos fuertes