Melissa entra a mi habitación. Me encuentra sentada en el suelo entre cristales rotos y humedad. Ella no dice palabra alguna. Sólo me abraza. Sabía lo que necesitaba. No dice palabra alguna tampoco cuando sale de la habitación y luego vuelve con algunas empleadas que limpian mi desastre. Ahora ella peina mis cabellos mojados. Está en silencio, sé que no hablará primero.
-¿Alexander?
Pregunto con un hilo de voz.
- Se fue.
- ¿Dijo algo?
Ella niega con la cabeza.
- No. Solo entró sin mirarnos tan siquiera, subió las escaleras... luego volvió a bajar y se fue. Creo que ni notó la presencia mía o la de Rodrigo.
Trago en seco.
- Me besó.
Ella toma mi cara para que la mire fijamente. Mira mis ojos en silencio buscando respuestas.
-¿Te gustó?
- No.
- Mientes.
No puedo hablar. Un nudo en mi garganta me lo impide.
- Estás jugando con fuego Abigahil. Te vas a quemar.
- Aquí no pasará nada, conseguir