Un nuevo día

Tomé una rápida ducha e inmediatamente me fui. Mi cabeza era un lío completo, eran apenas las cinco de la madrugada y continuaba dando vueltas a la conversación con el señor Müller, pero lo que no acaba de comprender era, ¿cómo es posible que quería, corrección, ansiaba el momento en el que él me preguntara que estaba usando?

Obviamente no pensaba revelarle que el pijama que mi prima me prestó estaba desteñido, estaba dispuesta a decirle un par de mentiras piadosas con tal de tomar un poco de su leche.

—Ay, Dios que estás pensando, Morgan —me increpé mentalmente, me costaba contener la pequeña risita que amenazaba con hacerme explotar. Ni siquiera me había maquillado, pero por el pequeño espejo del taxi pude observar el tono rojizo de mis mejillas.

Me acomodé en el asiento del carro, hoy me sentía bien, poderosa y

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