Müller se aclaró la garganta esbozando una larga y profunda risa, no era sarcástica, pero estaba llena de asombro. No entendía como las palabras tenían el poder de salir solas de mi boca, porque, si no tuviera esta fuerza, esta confianza dentro de mí, probablemente estaría aún dormida en la casa de mis padres.
El que no arriesga no gana ¿no?
—Me está dejando usted sin palabras —subí al segundo piso y sin pensarlo, comencé a rozar con la yema de mis dedos en los cuadros de la casa o con alguno que otro objeto con el que me encontrara.
—Esa era la idea —volví a girarme y caminé hasta los escalones, sonreía de oreja a oreja y mis manos continuaban meneándose con exageración.
—Vaya… —suspiró —entonces… ¿Quiere algún día venir a divertirse un poco?
Cada fibra de mi cuerpo entró en caos, obligándome a sentarme en los escalones o de lo contrario podría desmayarme en cualquier momento. Esto era importante, no se trataba de cualquier decisión; si decía
Tomé una rápida ducha e inmediatamente me fui. Mi cabeza era un lío completo, eran apenas las cinco de la madrugada y continuaba dando vueltas a la conversación con el señor Müller, pero lo que no acaba de comprender era, ¿cómo es posible que quería, corrección, ansiaba el momento en el que él me preguntara que estaba usando?Obviamente no pensaba revelarle que el pijama que mi prima me prestó estaba desteñido, estaba dispuesta a decirle un par de mentiras piadosas con tal de tomar un poco de su leche.—Ay, Dios que estás pensando, Morgan —me increpé mentalmente, me costaba contener la pequeña risita que amenazaba con hacerme explotar. Ni siquiera me había maquillado, pero por el pequeño espejo del taxi pude observar el tono rojizo de mis mejillas.Me acomodé en el asiento del carro, hoy me sentía bien, poderosa y
Mis labios se acercaron a los suyos velozmente, no le había propiciado el tiempo suficiente para darse cuenta de lo que sucedía, pero por acto de reflejo este se alejó precipitadamente, permitiendo solamente que nuestras bocas se rozaran.Un pequeño rocé sin cosquilleo, ni electricidad. No había química, ni calor. No ocurría nada.—No —espetó el hombre con rapidez, alejándose de mí a una velocidad impresionante. A pesar de su piel oscura pude notar como se sonrojaba ¿avergonzado o furioso? No lo sabía—¿qué haces, Morgan?—Nada, solo fue un malentendido —le respondí vagamente. Estaba tan frenética que había olvidado por completo que estaba haciendo, empezaba a salirme de control.—nada, nada — subrayé — nada, nada ¿me llevas a casa, por favor?El sentimie
Ondas de electricidad recorrieron todo mi cuerpo, haciéndome sentir en una nube de espuma… mi cuerpo vibraba como nunca lo había hecho antes y mis piernas apenas podían sostener el peso de mi cuerpo. Las palabras se hallaban en la punta de mi lengua, pero no había forma de que estas pudieran salir. —¿Morgan? ¿Me escucha? —su voz sonaba todavía más ronca que en la madrugada, entorpeciéndome aún más. El sentimiento de culpa me ahogaba a su vez, pero en esta ocasión no pensaba acobardarme, estaba lista para tener una aventura y nunca más, hablar de esto… sería un secreto que me llevaría a la tumba. —Estoy lista, preparada para todo, señor Müller —hablé atropelladamente recordándome mentalmente que debía calmarme y respirar, pero otra cosa azotó mi cabeza “¿Y si se entera de que besé al policía?” ese sería mi fin o tal vez no… —Me alegra saberlo —rio suavemente — ¿ya tiene en mente que desea hacer? —al no recibir respuesta, él prosiguió —podemos ir a cenar,
Al abrir la puerta de abeto oscuro, mi madre que esperaba fuera me examinó con ojo crítico; aún continuaba enojada por mi escape en medio de la madrugada, pero agradecía que no mencionara el tema, por ahora. A lo lejos, pude observar al policía que se hallaba a punto de subir a la patrulla, sin embargo, su mirada estaba clavada en el automóvil oscuro que se estacionaba a unas cuantas casas más atrás de la mía. ¿Podrían ellos haberse dado cuenta del beso? Y si era así, esperaba de corazón que no se lo hubieran mencionado al señor Müller o mi loca aventura terminaría muy pronto. —Me alegra ver que estés bien —su voz sonó nerviosa y al igual que yo, no podía evitar vislumbrar al policía con curiosidad —¿has visto las noticias? —Hmm, no. Sabes que los noticieros me abruman mucho —agregué. El coche oscuro encendió sus faros y el motor tronó como si de una bestia se tratara, no lograba comprender que sucedía, pero aquella situación me ponía los pelos de punta —¿qué
Mi mente comenzaba a jugarme una mala pasada, como es de costumbre. Estaba mal lo que hacía, lo sé. Sin embargo, lo deseaba. Quería volver a sentir aquel cosquilleo intenso arrasando con mi cuerpo, sentir sus manos envolviéndome nuevamente; jalándome fuertemente del cabello mientras me embiste como toda una bestia. Necesitaba un poco de su infierno para calmar el mío Después, habría tiempo suficiente para arrepentimientos. En medio de la nada, bajo la luz intensa del atardecer; los nervios hacían de lo suyo. Me sentía tan indefensa; como un pequeño ciervo caminando hacia su depredador. Ana, me había dejado en medio de la nada con una única indicación “camina recto y lo hallarás”, los hombres que ella dijo que me revisarían, no estaban. Tampoco, existía otro ruido que no fuera el de los pajarillos y el vaivén constante del viento; por más que observara a mis alrededores, no había ninguna señal. Empezaba a pensar lo peor, probabl
Probamos las cinco armas, empezando desde la más pequeña hasta la más grande. Era divertido y doloroso si no la sujetabas correctamente, eso lo aprendí a las malas…La explosión del rifle había sido tan intensa y fuerte que me había impulsado hacia atrás, según Müller con la práctica iría mejorando, pero aquello solo me llenaba de dudas ¿eso significaba que habría próxima vez y porque estaba interesado de que aprendiera a disparar?Probablemente me encontraba creando una película en la cabeza y aquello no merecía o tenía la importancia que yo le estaba dando.Como fuese, eso no cambiaba lo emocionante que fue disparar.—¿Te lastimaste? —preguntó revisando con delicadeza mi hombro que se iba sonrojando poco a poco —parece estar bien.—Lo está —le contesté, llevand
Maldita, sea. Estaba dispuesta a todo. Me hallaba tan caliente que ni siquiera era capaz de pensar en otra cosa que no fuera, en él montándome con ferocidad.Ni siquiera, me importaba el ardor que emanaba de mis nalgas, al contario, era el propulsor en aquella locura; debajo de las bragas podía sentir el clítoris palpitar por el calor y solo puedo ansiar que me toque de una vez por todas, que acabe con mi tortura y que me destroce.Siento su aliento cálido chocar con mi culo y el material rugoso del que están hechos sus pantalones rozar mis tobillos. Asimismo, a pesar de que no me roza, puedo sentir el fuego de su erección. Tiene la polla gorda y grande, lo suficiente para asfixiarme con ella. Sin embargo, la esconde dentro de su pantalón, negándome tal placer.Mis piernas tiemblan por la espera, pero mi mente se encuentra en otro mundo; uno donde justo ahora me folla fuerte. Sin calentamientos o pre
Era difícil encontrar las palabras correctas para describir lo bien que me sentía, eludiendo el dolor físico, mentalmente me hallaba en paz, relajada como si tuviera veinte años menos; viviendo en una película de romance.Estaba cómoda en aquella cabaña; donde no existía el ruido de la ciudad o los vecinos chismorreando como cada día sucedía. Tampoco había televisor, computadoras o teléfonos; todo en aquella cabaña se resumía en un sofá grande de cuero, una pequeña mesa oscura con dos sillas. En la cocina, había un fregadero de esos que ya no se utilizaban, una cocina con gas un poco empolvada y un refrigerador mediano completamente vacío. Para nuestra suerte, Müller había traído una olla pequeña llena de fideos en salsa blanca, tenía una buena pinta y su olor abría mi apetito.Aún no habíamo