Cinco años atrás…
La música retumbaba en el salón de la fiesta de graduación del instituto, luces de colores bailaban por todas partes, y la emoción se sentía en el aire. Isabella, una joven de dieciocho años, se encontraba en medio de la multitud, rodeada de amigos que celebraban el final de una etapa y el comienzo de una nueva.
Isabella sonrió, cuando sus amigas del instituto la invitaron a la pista de baile, esa noche lucía un vestido color salmón de tirantes, nada demasiado escandaloso para no llamar la atención. Sin embargo, eso no fue suficiente para que algunos de sus compañeros hombres no desviaran la mirada hacia ella, sorprendidos de la figura que había estado escondido durante todo ese tiempo.
Pero justo en ese momento realmente a Isabella no le importaba, tal vez el coctel que había estado bebiendo ya había empezado a hacer efecto y por eso ya no se sentía tan incómoda.
De repente, sintió una presencia a su lado, era Carlos, el chico más guapo y popular del instituto.
Isa abrio los ojos, sorprendida.
—Hola, Isa. ¿Puedo hablar contigo un momento? —Carlos, tan solo era un par de años mayor, era uno de los mejores deportistas del instituto ¿Por qué quería hablar con ella en ese momento?
Su piel bronceada, su cabello rubio y su sonrisa coqueta era suficiente para que una chica se derritiera… Y ella no era la excepción
—Yo…—Ella solo podía observar la mano que él le estaba ofreciendo
—¿Por favor? —La mirada de él se suavizó, pero sin dejar de ser penetrante.
—Claro, si, yo…
Isabella no había terminado de hablar cuando Carlos había tomado su mano, llevando a un sitio más alejado de la música.
—Oye —Carlos tomo ambas manos de ella entre las suyas —Sé que apenas hemos cruzado palabras en todo este tiempo, pero debo decir que realmente eres una chica muy hermosa y brillante, encantarías a cualquier hombre.
Isabella se sonrojó por sus cumplidos, sin duda la había tomado por sorpresa.
—Desde hace tiempo he querido decirte que me gustas mucho, Isa. ¿Quieres bailar conmigo? —Sus ojos no se apartaron de su rostro en ningún momento, haciendo imposible que ella se concentrara en otra cosa.
Isabella sintió mariposas en el estómago, las mejillas se le encendieron, y un sentimiento cálido invadió su corazón. Sin pensarlo dos veces y en un arranque de coraje —gracias al alcohol en su sistema— tomó la mano que Carlos le tendía y se dejó llevar por la música.
Bailaron juntos toda la noche, riendo y hablando como si fueran los únicos en la sala. Isa nunca se había sentido más en sintonía con alguien en toda su vida. Por otro lado, tampoco trataba al sexo opuesto, esa es la principal razón por que nunca había tenido novio.
Después de la fiesta, Carlos acompañó a Isa a su casa, y en un impulso de pasión juvenil, se besaron apasionadamente en la entrada. Aquel beso marcó el inicio de una relación intensa y llena de emociones.
***
Meses después, Isa se dio cuenta de que algo no estaba bien, su ciclo menstrual se había retrasado.
Con temor, decidió hacerse una prueba de embarazo, y los resultados confirmaron sus sospechas.
«Positivo»
Esa palabra se repetía una y otra vez en su cabeza desde hace más de diez minutos, sintió como la sangre se drenada de su rostro, estaba segura de podría competir con una hoja de papel, en ese momento
—Esto no puede ser…—Susurró en el baño.
Oh, realmente esto estaba pasando, tres pruebas anteriores habían arrojado el mismo resultado ya, la realidad la tengo justo frente a sus ojos y en sus manos, reflejado en un bastoncito plástico que había cubierto con su orina hace un momento.
—Estoy embarazada.
«¡Oh, no puede ser!»
Con manos temblorosas salió del baño, encontrándose con el rostro preocupado de su novio, quien al verlo de inmediato supo la verdad.
—Isa, tranquila, estaremos juntos en esto, lo prometo —Murmuró abrazándola
La noticia del embarazo coincidió con la carta de aceptación de la universidad a la que Isa más ansiaba asistir, hace solo una semana que había llegado la maravillosa noticia. Mientras el futuro parecía brillante en un sentido, en el otro todo se complicaba.
—Amor ¿qué vamos a hacer? Tengo miedo. — Ella lo sujetaba con todas sus fuerzas, mientras que él aun la abrazaba
Carlos no lo pensó demasiado, sabía lo que tenía que hacer
—Nos casaremos, Isa. Haremos frente a esto juntos.
Isabella levanto el rostro, encontrándose con la seriedad de su decisión, aunque sus palabras habían entrado directo a su corazón, calmándola de algún modo.
Y así fue como, al cumplir los 18 años, Isabella y Carlos se casaron en una pequeña ceremonia íntima. Poco después, Carlos se mudó a otra provincia para comenzar sus estudios universitarios, dejando a Isa con los padres de Carlos, quienes no ocultaban su decepción por la situación.
En una tarde, reunida con sus suegros, la señora Felicia y su suegro, el señor Carlos.
—Nunca aprobamos esta unión, Isabella. —Carlos, un señor de cuarenta años, se llevó su tabaco a la boca, inhalando el desagradable olor.
Ella trago saliva, desviando la mirada al suelo
—Lo siento mucho, no fue nuestra intención que esto pasara, suegro—La voz de Isa temblaba, era evidente su nerviosismo.
Los meses pasaron lentamente, Isa contaba los días para los encuentros con Carlos y aguardaba con ilusión la llegada de su bebé. La relación con sus suegros y su cuñada se volvió cada vez más tensa, las miradas frías y los comentarios hirientes eran el día a día para ella.
La señora Felicia frunció el ceño en su dirección
—Solo mírate —Murmuró con desde hacía Isa —A esto has llegado, ahora no eres más que una carga para mi hijo y para nosotros.
Isabella se estremeció ante sus palabras, pero no se atrevió a contradecirla. Tan solo se refugiaba en su amor por Carlos, en los momentos que compartían juntos y en la esperanza de un futuro mejor para su familia. Se esforzaba en ser una buena esposa y madre a tiempo completo, sin más opción que quedarse en casa cuidando de su bebé.
Ya en la soledad en la habitación que compartía con su esposo, se permitió soltar un suspiro tembloroso. Un segundo más tarde llevo su mano a su vientre, acariciándolo lentamente.
—Pronto estarás con nosotros, pequeño. Seremos una familia, a pesar de todo.
Cada día festivo, la llegada de Carlos era un rayo de luz en la rutina de Isa, un momento de paz y amor en medio de la tormenta. Aunque los obstáculos parecían insuperables, el amor que los unía era más fuerte que cualquier adversidad. Y, a pesar de todas las dificultades, Isa atesoraba cada instante con su esposo, sabiendo que juntos podrían enfrentar lo que viniera.
O eso creía.