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Meses después.

Llegué a mi apartamento más temprano que nunca. Sabía que Joaquín ya estaba en la cocina cocinando algo delicioso para los dos. Desde que estoy con él, mi vida en general ha dado un gran cambio, uno al que me estoy acostumbrando, pero me gusta. Joaquín es el hombre perfecto: amoroso, comprensivo, bastante bueno en la cama y lo mejor es que me ama tal cual soy.

— ¡Hola! — saludé al entrar.

Joaquín salió de la cocina con una enorme sonrisa, se acercó a mí y me dio un beso en los labios.

— ¿Cómo te fue en el trabajo? — me preguntó.

Yo abracé su cuello y le di un beso más profundo en los labios. Él me apartó un poco y me sonrió.

— Excelente, ¿y el tuyo? — le pregunté.

Joaquín trabajaba en una muy buena empresa, así que no teníamos ningún problema con las finanzas del apartamento.

— Me fue muy bien, de eso también quería hablarte — me dijo con una sonrisa.

Yo asentí con la cabeza.

— ¿Qué pasa? — le pregunté.

Él se arrodilló ante mí y sacó de su bolsillo un anillo. Yo me reí con nerviosismo, esto definitivamente está pasando y yo aún no estaba preparada para dar un paso así de importante otra vez.

— Mi jefe me dijo que si me casaba, me ascenderían — me dijo.

Yo lo ayudé a ponerse en pie.

— Me gustas mucho, te quiero, pero yo ya he tenido dos fracasos y todos han sido por tomar la decisión apresuradamente. Contigo quiero esperarme un poco más, quiero que nos conozcamos bien — le dije.

La cara de Joaquín se puso seria.

— Pensé que querías una familia conmigo, yo también quiero hijos, ya estamos en la edad de tener familia — me dijo.

Yo me mordí el labio inferior, no sabía cómo explicarle que yo aún no estaba preparada para nada de eso.

— Podemos esperar un poco más, estamos jóvenes — le dije con una sonrisa.

— Tal vez yo no tenga ningún problema en tenerlos, pero llegará un punto en el que tú ya no puedas — me dijo.

Yo me reí, ¿qué carajo había acabado de escuchar?

— ¡Lárgate de mi apartamento! — le dije de inmediato.

Joaquín me miró sorprendido.

— No te voy a permitir que me trates como se te dé la gana, ¡y cómo te atreves a decirme vieja, qué te pasa! — le grité.

Joaquín trató de agarrar mi mano y yo lo esquivé.

— Lo siento, es que estoy nervioso con lo que está pasando en el trabajo. Si no me ascienden a mí, ascenderán a un compañero, y me parece injusto ya que yo he trabajado duro por ese puesto — me dijo.

Yo respiré profundamente y me calmé, entendía por lo que estaba pasando, pero no era para que me tratara de esa manera.

— ¿Solo piénsalo, sí? — me propuso.

Joaquín me dio el anillo y después me sonrió.

— Me encantaría criar un hijo contigo, eres maravillosa Grace, te amo — me dijo.

Él me acercó a su cuerpo y empezó a besar mi cuello.

— ¿Qué tal si empezamos adoptando un perrito? — le pregunté.

Joaquín se separó de mí y me miró con el ceño fruncido.

— No me gustan los animales, pero si tú quieres podemos hacerlo, solo no lo acerques mucho a mí — me dijo con una sonrisa.

Yo respiré profundamente.

— Mejor dejémoslo así — le dije.

Le devolví el anillo.

— Creo que nos apresuramos en vivir juntos. Si quieres, podemos seguir con nuestra relación, pero tú en tu espacio y yo en el mío — le propuse.

Yo había sido infeliz en mi pasado como para volver a caer en el mismo círculo vicioso.

— Grace, por favor, solo te pedí que te casaras conmigo. Pensé que querías eso — me dijo.

Yo asentí con la cabeza.

— Por supuesto que lo quiero, pero no así. Tú te quieres casar conmigo solo para que te den un ascenso, no porque lo desees. Deberías estar agradecido conmigo por no aceptar — le dije.

Joaquín me miró mal.

— Te vas a arrepentir de esto, cuando estés sola y te des cuenta de que desperdiciaste tu vida siendo una puta — me dijo.

Yo abrí la boca de par en par.

— ¿Puta? ¿Entonces qué carajo hacías conmigo? Eres un idiota que no puede hacer nada por sí mismo. Al menos yo sí tengo personalidad y sé lo que quiero en mi vida, y si me quedo sola será por decisión propia. Ahora recoge tus mierdas de mi apartamento y te largas — le dije.

Joaquín se dio la vuelta y fue a nuestra habitación. Yo esperé hasta que lo vi salir con dos enormes maletas.

— Aún estás a tiempo de pedirme perdón — me dijo.

Yo me acerqué a él, le quité una de las maletas y la llevé hasta la puerta. Abrí y la tiré fuera.

— Lárgate ya — le dije.

Joaquín me miró mal pero no dijo nada. Él salió de mi apartamento, yo cerré la puerta de un portazo y me quedé allí con la espalda pegada en la puerta. Me sentía triste. Habían sido buenos meses los que había compartido con él, pero qué bueno que me demostró la clase de persona que es, así evitaba cometer otro error.

[...]

Hoy tenía un almuerzo con Kat en su casa. Habíamos quedado en que todos los domingos almorzaríamos juntas para ponernos al corriente de nuestras vidas.

Cuando llegué, Hayden, que estaba allí, se acercó a mí con el bebé en brazos. Yo se lo arrebaté y lo llené de besos.

— Kat está en el jardín esperándote. Dile que la amo y que regreso en la tarde — me pidió Hayden.

Yo asentí con la cabeza, me despedí de él y fui al jardín donde estaba Kat acomodando algunas cosas para nuestro almuerzo. En cuanto ella me vio, se acercó a mí y me quedó mirando.

— ¿Estás bien? — me preguntó.

Yo le había contado un poco por teléfono lo que había pasado con Joaquín. Sí, había llorado un poco mientras se lo decía.

— Creo que estoy muy bien, ya no duele mucho — le conté.

Kat asintió con la cabeza, pero no dejaba de mirarme con pesar.

— Sé que te gustaba mucho — me dijo.

Yo asentí con la cabeza. Joaquín fue el hombre que se acercó más a mi hombre perfecto.

— Ya llegará alguien mejor — le dije con una sonrisa.

Kat asintió con la cabeza y me llevó hasta la mesa. Ambas nos sentamos y empezamos a chismear de nuestra vida y de los planes que tendríamos a futuro.

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