Seguí saliendo en citas con hombres que conocía en dicha app, siempre terminando en nada; todos tenían desperfectos. Respiré profundamente mientras caminaba hasta mi coche. Hoy bebería un poco; mi cuerpo me pedía alcohol.
— ¿A dónde vas, guapa? — me preguntó esa voz tan única y conocida.
Yo me di la vuelta y le sonreí.
— ¿Cómo supiste dónde estaba? — le pregunté a Dimitri.
— Tú me lo dijiste, así que quise venir; sabía que ibas a llamarme — me respondió.
Me acerqué a él y lo abracé, apoyando mi barbilla en su pecho.
— Pues no iba a llamarte, solo quería ir a mi apartamento y descansar un poco.
Dimitri también me abrazó y me dio un beso en los labios.
— Entonces, llévame, porque no he traído mi coche — me dijo mientras sonreía.
Yo asentí con la cabeza y me separé de él.
— ¿Quieres acompañarme mañana a pasear y comer helado? — le pregunté.
Él frunció el entrecejo y yo me reí; era obvio que un tipo como él jamás había hecho algo tan sencillo como eso.
— Y después follaremos —