Aquel día, Georgina no se había marchado a trabajar. Después de hacer el trabajo desde casa le había hecho compañía a Cándida en la cocina para indicarla cómo quiera que estuviera la cena.
Prepararon una gran mesa en el comedor con varios tipos de alimentos. Daban ya las siete y cuarto de la tarde, esperaban que llegara Héctor en cualquier momento. Hannah se había dado una ducha, puesto un vestido holgado y se había peinado el cabello. Quería verse lo más bonita posible para su ex guardaespaldas.
Se quedó en el salón con Cándida mientras su madre seguía en su cuarto. Llamaron a la puerta y le palpitó fuerte el corazón.
—Iré a abrir yo—se ofreció.
Salió al salón y se acercó hacia la puerta. Se detuvo un rato y se miró para asegurarse de que todo estaba bien, soltó a