Tres meses después…
Eran las siete de la tarde, Hannah se encontraba frente al espejo acompañada de Cándida y la que ahora era su mejor y única amiga, Alba. Estaba arreglada, gracias a la ayuda de ellas. Llevaba un vestido largo y ajustado de color violeta con unos tacones negros que combinaban con su monedero. Le habían hecho unas trenzas a un lado de cabeza y por el otro lado tenía el pelo largo, rulado y suelto.
—Wau, estás preciosa. — objetó Roja con una sonrisa satisfecha por el trabajo que habían realizado.
—Gracias a vosotras.
—A Héctor le encantará. —afirmó Cándida. — Hoy celebráis vuestro tercer mes juntos.
—Sí— dijo en casi un susurro y se le borró la poca sonrisa que había salido de sus labios.
—¿Es que no est&