~HARPER SULLIVAN~
No hubo ningún beso que sellara la unión, como suele suceder en todas las bodas. Y realmente lo agradecí, porque lo último que quería era tener que besar a ese imbécil que me causaba repulsión.
Sin embargo, mi "querido" esposo se inclinó hacia mi oreja solo para susurrarme una advertencia:
—Prepárate, querida esposa, porque haré de tu vida un infierno.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó y cerré los puños, apretándolos con fuerza para contener mi rabia. La mandíbula me dolió cuando hice rechinar mis dientes.
¿Me molestaba su advertencia? Por supuesto que sí. Pero no porque esperara un matrimonio idílico de cuento de hadas junto a él.
Yo ya lo odiaba. Lo odiaba por haberme juzgado a la primera impresión; por haberme llamado prostituta y por haberse burlado de mi condición física... y también lo odiaba solo porque sí; por su arrogancia, por su desdén y por menospreciarme, creyendo que yo solo iba a agachar la cabeza ante su amenaza y no iba a luchar contra l