Llegó en quince. Enzo abrió la puerta antes de que pudiera tocar. Se veía terrible. Como si tampoco hubiera dormido.
—El audio era falso —dijo Valeria sin preámbulo—. Alessandra lo editó. No tuviste affair con ella. Todo era mentira.
Enzo la miró sin comprender por cinco segundos completos. Luego algo en su rostro se rompió.
—¿Qué?
—Acabo de hablar con ella. Confesó todo. Las fotos editadas, el audio manipulado, toda la fantasía que construyó. Estaba obsesionada contigo, pero tú nunca le diste razón para creer que correspondías. Tu memoria estaba correcta. No pasó nada.
Enzo se dejó caer en la silla más cercana.
—Dios mío.
—Lo siento. —Valeria se arrodilló frente a él—. Siento haber dudado. Siento haberte dejado solo anoche creyendo que eras monstruo. Debí haber confiado en ti.
—No. —Enzo tomó su rostro entre sus manos—. Tenías todo derecho de dudar. La evidencia era convincente. Y después de todo lo que has pasado, después de todas las mentiras que te han dicho, dudar era respuesta ló