Mundo de ficçãoIniciar sessãoLas manos de Valeria temblaban tan violentamente que apenas podía sostener el sobre. Las quince fotografías parecían arder a través del papel manila, marcándola, acusándola. Vincenzo bebía su café con tranquilidad estudiada, observándola con esos ojos idénticos a los de su madre, esperando.
Valeria metió las fotos de vuelta en el sobre, sus movimientos torpes, desesperados. Se puso de pie tan bruscamente que la silla chirrió contra el suelo de piedra.
—Tengo hasta el domingo —dijo, su voz apenas audible sobre el ruido de la plaza.
Vincenzo asintió, una sonrisa tocando sus labios.
—Toma la decisión correcta, Valeria.
Ella no







