El vestido negro se ajustaba a las curvas de Valeria como una segunda piel. Se miró al espejo una última vez, satisfecha con el resultado. El escote en V descendía lo suficiente para insinuar, pero no tanto como para revelar. Exactamente como le gustaba: un equilibrio perfecto entre elegancia y provocación.
—Perfecto para una cena entre amigos —murmuró con ironía mientras aplicaba una última capa de labial rojo.
Mateo era un viejo amigo de la universidad. Habían compartido clases, fiestas y algún que otro beso fugaz en noches de excesos etílicos. Nada serio. Nunca lo fue. Pero ahora que había regresado a la ciudad después de años trabajando en el extranjero, la invitación a cenar parecía una buena forma de distraerse de cierto italiano que ocupaba demasiado espacio en su mente.
El restaurante Cipriani era uno de los más exclusivos de la ciu