Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche caía sobre Madrid como un manto de terciopelo negro. Desde la terraza del ático de Alejandro, las luces de la ciudad parecían estrellas caídas, brillando con promesas de historias que nunca serían contadas. Valeria se apoyó en la barandilla, dejando que la brisa nocturna jugara con su cabello. El vestido negro que llevaba se adhería a sus curvas como una segunda piel, moviéndose suavemente con cada respiración.
Alejandro la observaba desde la puerta, con dos copas de vino tinto en las manos. Sus ojos recorrieron la silueta de Valeria, deteniéndose en la curva de su espalda, en la manera en que su cabello caía como una cascada oscura sobre sus hombros. Había algo en ella que siempre lo había cautivado, algo más allá de su belleza física. Era esa fuerza interior, esa vulnerabilidad que escondía tras una coraza de indiferencia.
—El cielo es







