La sala de juntas de Hidalgo Arquitectos se había convertido en un espacio sofocante. Valeria repasaba los planos del proyecto Costa-Hidalgo mientras Alejandro señalaba algunos detalles técnicos. El resto del equipo asentía, tomando notas. La reunión transcurría con normalidad hasta que la puerta se abrió de golpe.
Enzo Costa apareció en el umbral como una tormenta contenida. Su traje gris oscuro, impecablemente cortado, contrastaba con la tensión evidente en su mandíbula. Sus ojos, normalmente calculadores, ardían con una intensidad que hizo que todos los presentes contuvieran la respiración.
—Necesito hablar con Valeria —anunció con voz cortante—. Ahora.
El silencio que siguió fue denso. Alejandro se irguió, protector.
—Estamos en medio de una reunión importante, Costa.
Valeria sintió que su corazón se aceleraba. Conocía esa mirada en Enzo. Era la misma que había visto cuando descubrió la traición de su socio en Milán. Peligrosa. Contenida. Letal