Capítulo II

Los Wallace son una familia de renombre en el mundo empresarial, pero sus éxitos millonarios siempre se veían opacados por las polémicas que envolvía a aquella familia, desde nexos con las mafias, tráfico de personas y lavado de dinero, eran solo la punta del iceberg y que, gracias a sus conexiones y bien construidas fachadas, las autoridades aún no habían encontrado la forma de aprenderlos y todo terminaba en teorías de la conspiración o tabloides amarillistas.

Para Killian podría ser algo contradictorio, alguien que creció bajo normas y de que nada estaba por encima de la ley, ahora trabaja para personas de dudosa moral.

Su tío lo reprenderá hasta el cansancio y su hermano tampoco estaría del todo de acuerdo, pero no lo juzgaría, cada uno tenía sus motivos y lo único que pedía era que fueran respetados, tal como él hacía como ellos.

Además, él no lo hacía por la paga, sino por las personas, tal como este caso, en donde aún no era capaz de explicar esas extrañas sensaciones que aparecieron desde que vio la fotografía del niño, que miraba a la cámara con temor o la sonrisa fingida de la mujer.

Sentía un enojo incontrolable e impotencia, emociones que debía reprimir cuanto antes.

Al llegar, fue recibido por el secretario de Calvin Wallace, quien, mientras lo guiaba hacia el estudio, le daba indicaciones. 

Calvin Wallace fue específico, solo tenía permitidas tres llamadas en un solo día para “emergencias” las cuales se limitaban a si su esposa intentaba hacer algo raro o tenía intenciones de alejarse de su “cuidado”, otra forma amable de referirse a una vigilancia constante, en lugar de protección.

También era que aquel hombre pasaba poco tiempo en la mansión, incluso podrían pasar meses fuera de casa, según su secretario, el señor Wallace tenía demasiados viajes de negocios que le eran imposibles posponer, pero cuando él se encontrara dentro de la residencia, él tenía que permanecer afuera de la casa y solo entrar si el señor Wallace se lo permitía, Killian escuchó atentamente aun cuando no estuviera de acuerdo con todo, el contrato estipulaba lo contrario.

Finalmente, llegaron al estudio, donde Calvin ya le esperaba, como el primogénito de Enoch Wallace, no guardaba gran parecido con su imponente progenitor, quien podría considerarse un hombre con elegancia, belleza equilibrada y modales de alta cuna, pero su hijo carecía de todas esas cualidades, un hombre que no pasaba de los 175 cm, regordete y con una adicción al tabaco, que era notorio por el color de sus córneas y dientes.

Eso sin agregar el hedor de alcohol, que a pesar de la distancia podía percibir y que no hacía nada para disimular.

Hizo un esfuerzo sobrehumano por soportar el nauseabundo olor y que no se notara la incomodidad en su rostro, pero Calvin no se lo ponía fácil, sobre todo cuando se acerca para tenderle la mano a modo de saludo, a lo que respondió, presentándose formalmente frente al hombre.

––Es un placer conocerlo––dijo Calvin de forma efusiva.

––Igualmente señor Wallace.

––Por favor, solo Calvin, después de todo, estaremos en constante contacto.

––Preferiría mantener el respeto entre ambos, señor.

Calvin le lanzó una mirada aguda, que reemplazó rápidamente por su sonrisa de vendedor y asintió en acuerdo con el guardaespaldas. ––Cómo se sienta cómodo entonces. ––Calvin sacó un habano de su saco, como si no fuera suficiente con todos los cigarrillos que ya había fumado previamente y las evidencias estaban en el cenicero sobre su escritorio. ––Me imagino que Zachary lo puso al tanto de la situación y de en qué consistirá su trabajo.

––Sí señor.

––Excelente, pero aún hay cosas que ni siquiera el expediente lo cubre––murmuró Calvin, pensaba que sus vagas palabras no fueron escuchadas, pero no conocía a Killian, ni su nivel de análisis y por supuesto que no pasaron desapercibidas. Calvin salió de sus divagaciones elevando el tono de su voz y dijo––Aristella es una mujer problemática y el mocoso, posiblemente te saqué de quicio, es mudo e idiota, así que tiene mi permiso para ponerlos en su lugar, oh y si ella intenta escapar haga lo que tenga que hacer, no quiero que se le despegue ni un solo minuto, sé que no puede entrar a sus clases en la universidad, pero en los demás lugares quiero que este junto a ella ¿de acuerdo?

––Sí, señor––Killian respondió con voz monocorde, sin mostrar descontento alguno, pero si bien no externaba sus quejas de forma expresa, por dentro hervía de ira, pero debía tragarse su furia y al menos fingir que cumpliría con esas exigencias tan estúpidas.

––Sé que no me defraudara, señor Lennox, después de todo las referencias sobre usted fueron positivas en todos los aspectos, así que confió en su buen juicio––dijo Calvin con un tono que denotaba las altas expectativas que tenía en él.

Calvin le dio una profunda calada a su habano y le ordenó a su secretario que llevará al guardaespaldas con su esposa, para que se presentaran, después de todo mañana sería el primer día en donde convivirán, le deseo suerte y Killian se sintió aliviado de poder salir de aquel lugar.

Zachary lo condujo por los pasillos, hasta dar con un extenso jardín, el cual parecía sacado de un cuento de hadas, cada flor ahí estaba perfectamente cuidada, que se sentía un poco fuera de lugar, rodeado de tan bello paisaje.

––La señora y el señorito, se encuentran al fondo, aquí está una copia del horario de las clases en la universidad y la hora de entrada y salida de la guardería, estúdielos bien y suerte.

––Gracias.

El secretario volvió al estudio, donde volvería con Calvin, mientras que el guardaespaldas se adentraba al jardín, una sensación de nervios le recorrió, aun cuando hacía un gran esfuerzo por serenarse, trago saliva discretamente y se acercó a donde sus nuevos protegidos debían estar.

Aristella Sterling, estaba ocupada regando las flores, lo que le hizo suponer a Killian que era ella la autora de tan hermoso jardín, sus delicadas manos apenas tocaron las flores húmedas, cuando sintió su presencia, su mirada se alzó y sus pupilas grises se enfocaron directamente en el.

Killian tomó esto como el momento para acercarse, Aristella lo miró recelosa, mientras un inusual palpitar lo invadía, fue hasta que solo estaban a unos pasos, que se percató que un niño pequeño se aferraba a la falda de su vestido.

Ese niño debía ser Oliver Wallace.

Aristella hizo una mueca, Killian tenía que hablar ahora o no dejaría más que una impresión errónea, nada conveniente para su constante convivencia.

––Lamento la interrupción, me presento mi nombre es Killian Lennox y estaré…

––Él te contrato––interrumpió Aristella con voz temblorosa, pero a pesar del miedo que su cuerpo mostraba miedo, su mirada era desafiante, Killian vio como la mano que mantenía a su hijo detrás de ella temblaba, aun así, ella se veía dispuesta a ser el escudo para que nadie tocara al pequeño. ––Dime… ¿Te pidió que nos vigilaras?

Killian no se sorprendió, ese presentimiento que tuvo desde el principio se hizo realidad al ver la actitud que mostraba Aristella, ahora comprendía el trasfondo detrás de las órdenes de Calvin.

No estaba obligado, él podría dejarla, hacer sus ideas y limitarse a hacer su trabajo, no es la primera vez que tenía que cuidar a personas difíciles, pero en esta ocasión sentía la urgencia por eliminar las preconcepciones que tenía sobre él.

––Es cierto que su esposo me contrató, pero no para lo que cree, simplemente me pidió que los escoltara a usted y su hijo a sus respectivos centros educativos, le prometo que no me notara, mi único trabajo es protegerlos.

Aristella se sorprendió, ese hombre no era lo que imaginaba, pero ella no estaba para darse la oportunidad de comprobar si sus palabras eran ciertas, por lo que tendría que fingir por el momento que creía en sus “buenas intenciones”, así que le sonrió amigablemente para hacerlo más convincente.

––Si ese es el caso, nos ponemos a su cuidado señor Lennox––dijo Aristella con voz dulce––Tal vez sea innecesario, pero me presento, mi nombre es Aristella Sterling y él es mi hijo Oliver.

––El placer es mío, señorita Sterling, joven Oliver.

Aristella gira su cabeza ocultando el sonrojo en sus mejillas, por lo que recordando que su hijo está detrás de ella expectante, acaricia su cabeza con suavidad y con voz dulce le invita a presentarse.

El pequeño sale de su escondite, aunque sigue prácticamente sujeto a la falda de su madre con toda la fuerza que tiene para su edad, por lo que solo es capaz de emitir un apenas audible hola, incapaz de mirar al hombre extraño a los ojos.

––Espero nos llevemos bien joven Oliver.

El aludido alzó la mirada, al igual que madre se sorprendió, cuando el guardaespaldas le sonrió.

Los tres permanecieron de pie en medio del jardín, entre flores brillantes y una brisa suave, Killian sintió que tomó la decisión correcta con este trabajo, porque en ese momento se juró que protegería a madre e hijo con su vida… De quien fuera.

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