Kenton se encontraba en su oficina recordando los labios de Esmeralda. Había disfrutado besarla así ella no le correspondiera. El juego del gato y el ratón le estaba excitando más de la cuenta.
-Cuando sonríes podría ser el fin del mundo- el vicepresidente entró a la oficina agotado y se encontró con su amigo muy feliz
-Cené en casa de Esmeralda anoche- Aquello causó sorpresa
-¿Te invitó a su casa? No me lo creo- Kenton resopló y llamó al secretario para pedir café
-No lo hizo, su sobrino me invitó como agradecimiento. Ese niño podrá acercarme a su sabrosa tía, estoy seguro- Su amigo lo miró sabiendo que había perdido la poca cordura que conservaba después del rechazo navideño
-Estoy seguro de que Esmeralda ahora te odia un poco más. Estás actuando mal, deberías dejarla en paz. Hay millones de mujeres, búscate otra y déjala tranquila- Aconsejó con sabiduría
-No haré eso. Seguiré viendo a su sobrino y visitando su apartamento. Aunque hay un novio o enamorado por ahí y