Capítulo 2; Garantía.

Victoria creyó escuchar mal, rogó por haber escuchado mal.

—¿A mí?— preguntó sin aliento.

—A ti—asintió él — te Vi por primer vez en una fiesta en casa de los Webber, y aunque no fuimos presentados, supe que algún día volvería a verte.

—No... No le entiendo

—No Victoria, no hables con este hombre, vete de aquí.

—Es muy fácil, le daré a tu padre todo el tiempo que necesita para ponerse al día conmigo, de hecho, podrá cancelar me en pequeñas cuotas, sin más interés, sin lapsos, sin presiones. Siempre y cuando...

—¿Siempre y cuando qué?

—Te cases conmigo.— declaró tranquilamente.

—¿Está usted loco?—preguntó aturdida— yo no puedo casarme con usted.

—Si puedes, el trato es sencillo; te casas conmigo, tu padre tiene todo el tiempo que necesite para pagarme y solo podremos divorciarnos cuando Comway haya pagado la totalidad de la deuda.

—¡Es una locura!— gimió Antonio.

—¡Debe estar bromeando!— gimió Victoria.

—No estoy de acuerdo—dijo el padre— no dejaré que uses a mi hija como garantía de pago—Brailon rió.

—Piensalo Victoría, el futuro de tu familia está en tus manos. Cenaremos el sábado y me darás una respuesta

—Yo... yo...

—Por cierto, agradecerle a tu madre por el café, fue un agradable gesto, además huele muy bien — y con una malvada risa, se alejó saliendo del despacho.

—¡Ni siquiera lo probaste!— gritó.

—No le hagas caso hija, hallaré una solución.

—Pediremos un préstamo al banco.

—No quieren prestarme, saben mi posición, he intentado conseguir prestamos con algunos conocidos pero ... comienza a ser de dominio público que no estoy en mi mejor momento.

—¡Santo Dios!—exclamó Victoria atormentada. Si, él era un hombre atractivo, muy guapo, de hecho... siempre que lo había visto en las revistas había soñado con conocerlo algún día, estaba internamente enamorada de él, McCloskey era una especie de crush, en cualquier otra circunstancia, aquella propuesta de matrimonio hubiese hecho que ella gritara de alegría, que se arrojará a sus brazos y lo besara, pero.... él no era como ella lo había imaginado, el hombre del cual se había enamorado existía solo en el papel y en las entrevistas, en la vida real, Brailon McCloskey, era malo, cruel y despiadado...

Aquella noche durante la cena, Victoria estuvo distante y comió automáticamente, ¡Tenía dos días para tomar una decisión!, pero, ¿Qué debía hacer?, no quería ver a su familia sufrir, amaba demasiado a sus padres, tampoco quería casarse con aquel arrogante hombre del cual había estado inocentemente enamorada, admirando su imagen en revistas y anuncios, nunca se imaginó que él fuese tan despiadado.

¿Qué había ocurrido entre ellos, que había hecho su padre como para que aquel hombre lo odiara?

—Te hice una pregunta nena. —le reprochó Ellen.

—¿Qué?, discúlpame madre, estaba pensando en otras cosas.

—Eso veo. Te pregunté qué te pareció el señor McCloskey — si decidía casarse con él, su madre no podía saber que pensaba que era el hombre más arrogante sobre la faz de la tierra.

—¿Qué te puedo decir?— miró a su padre, el cual parecía en completa tensión— me parece... un buen hombre.

—Muy apuesto— dijo Ellen Comway con picardía.

—Ciertamente.

—¿Ciertamente?, ¿Es todo lo que se te ocurre decir?—sonrió.

—Me invitó a salir. —soltó como si nada.

—¿Qué?—gimió—¡Es fantástico, es una noticia maravillosa!—añadió emocionada.

—No lo sé— frunció levemente el ceño.

—Ya va siendo hora de que salgas seriamente con alguien, y McCloskey parece ser una buena opción.

—¡Mamá, por favor, no empieces!

—Yo creo que Victoria es libre de escoger lo que quiere—Antonio, miró a su hija enviándole una clara señal— no debe salir con un hombre solo por parecer una buena opción.

—Yo creo todo lo contrario — sonrió la madre— es hora de que dejes crecer a Victoria. Siempre será tu nena consentida, pero algún día tendrá que casarse.

—Lo sé, pero quiero que lo haga bien, que se aún buen matrimonio— Victoria miró a los ojos de su padre y aunque quiso sonreír para tranquilizarlo, sintió mucha culpa.

—Por supuesto que lo hará.

El sábado después de medio día Brailon llamó para avisar que recogería a Victoria a las siete en punto.

Cuando el reloj marcó las cinco, Victoria preparó la tina con flores aromaticas y aceites, para luego introducirse en ella con toda la intensión de relajarse ya que le esperaría sin duda una larga noche de tensión.

Su cuerpo temblaba de la sola idea de pensarse casada con aquel hombre, ¿Cuáles serían las reglas de aquel matrimonio?, ¿Qué esperaba de ella?

Era absurdo que ese hombre pudiendo tener a cuánta mujer quisiera, se encaprichara con atarla a él.

¿Por qué no podía dejar de pensar que detrás de todo aquello se escondía algo muy turbio?

Después de mucho, el agua comenzaba a ponerse fría, cuando salió de la tina, se envolvió en una toalla para luego salir a la habitación observó el reloj, le quedaba el tiempo justo para prepararse. Se secó y busco en su armario.

¿Qué debía ponerse?... ¿Algo sexy ó algo serio y formal?

Algo sexy, recordando que estaba por tener una cita con su crush, el hombre que en revistas parecía inalcanzable.

Algo serio y formal, sin olvidar que no era una cita cualquiera, estaba por hablar de "negocios" con aquel despiadado hombre.

Se decidió por un vestido color marfil, con sandalias doradas de tacón alto y un bolso a juego.

Cuarenta y cinco minutos más tarde, se miró en el espejo quedando satisfecha con su imagen, sus ojos solo transmiten angustia, retocó el labial y se colocó algunos accesorios, todo le daba un aire de elegancia y satisfacción.

Alguien llamó a su puerta suavemente.

—Adelante.

—!Hija, estás bellísima!

—Muchas gracias, madre— le regaló una hermosa sonrisa.

—Tu caballero acaba de llegar.

—Muy puntual. ¿Dónde está papá?

—Antonio parece amargado y preocupado hoy, está en su despacho dice que tiene mucho trabajo y que está muy ocupado así que no se despedirá de ti, pero te envío un mensaje " Un no a tiempo, vale más que mil oportunidades", dijo que le comprenderías.

—Ciertamente.

—En ocasiones me produ e un poco de celos que me dejen fuera de sus secretos— Victoria sonrió y la estrechó con cariño.

—Son tonterías entre papá y yo, nada con mucha importancia.

Brailon McCloskey, estaba sentado en un amplio sofá pensando en cuál sería la respuesta de Victoria. Algo le indicaba que ella aceptaría, amaba demasiado a sus padres, pero el sentido común le gritaba que no se confiara, Victoria Comway no era una mujer con un carácter fácil.

Estaba tan inmenso en sus pensamientos que no se dió cuenta de que Victoria había llegado al salón seguida de su madre, hasta que ella habló.

—Hola, estoy lista. —él alzó la vista y quedó sorprendido con lo que vió, ya sabía que Victoria era hermosa, pero esa noche en especial estaba aún más radiante, con ese sexy vestido, sus ojos la recorrieron apreciativamente, Ellen se aclaró la garganta y Brailon volvió al presente.

—Estas muy hermosa.

—Gracias.

—¿Nos vamos?— Brailon la miró con una enorme sonrisa.

—Cuando gustes— Ellen los acompañó hasta las puertas, les sonrió ampliamente y exclamó;

—¡Qué se diviertan!

—Seguro—respondió victoria fingiendo dulzura. Brailon si rio y se marcharon en dirección al auto. Ninguno dijo nada, hasta que y iban andando.

—¿A dónde vamos?

—Al cisne dorado—respondió tranquilamente.

—Sin duda alguna tiene usted muy buen gusto.

—Ciertamente, por eso me fijé en ti. — la respuesta de él fue sincera y tranquila, Victoría se giró para verlo, en busca de alguna muestra de sarcasmo o ironía, pero no encontró ni una sola pizca de ello. Por el contrario, se encontró con su maravilloso perfil, era muy atractivo, y eso género un escalofrío en su bajo vientre... entendió por qué lo consideraba su amor platónico e imposible, él era un hombre imponente y muy hermoso, sin duda, el sueño de cualquier mujer, y estaba a poco de responderle si quería o no ser su esposa.

Mantén la cabeza fría, Victoria se dijo recriminándose que por un instante se dejara guiar por sus emociones.

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