Capítulo 5

Me negué ya que no deseaba dejarlo solo, acerqué una silla a la orilla de la camilla y subí mis pies a la misma por simple inercia; en el momento que me di cuenta de mi metida de pata intenté bajarlos pero Ilán me detuvo mientras reía.

—Al parecer no eres de las que piensa mucho las cosas, no te preocupes que no me molesta en absoluto lo que hacer y si te sientes cómoda de esa manera, adelante que no soy quien para juzgar.

—A veces eso es un problema —sonreí de lado —eso me trajo consecuencias que me encuentro pagando hasta hoy en día, a veces cuando uno se encuentra enfadado hace cosas que en definitiva no haría en otras circunstancias y no piensa nada más que ver como sacar toda esa ira en la persona que fue la causante de tal sentimiento.

—¿Por qué dices eso? —él me miró con interés —sinceramente no te veo como te estás pintando pero a veces las personas nos sorprenden con actitudes que desconocemos por completo.

—Hace años cometí un error muy grande que me obligó a salir huyendo del sitio que me vio crecer, el dolor mezclado con la rabia definitivamente no son buenos consejeros —sonreí triste —supongo que eso es lo más que puedo decir, no sé qué tienes que me inspiras esta confianza ya que nunca antes lo había hablado con alguien más que tú.

—Tú también me inspiras confianza, supongo que hay personas que dan esas vibras y hemos coincidido en nuestros caminos —él miró alrededor —no me gustan los hospitales, a mala hora vine a recaer con un cuadro alérgico, tenía años de no estar en un sitio como este y la última vez créeme que no fue nada agradable.

—Compartimos los mismos sentimientos —suspiré pesadamente y froté mis ojos —pero es necesario venir aquí de vez en cuando para estar en condiciones óptimas.

Luego de un bostezo cerré mis ojos y crucé mis brazos para poder dormir un poco. Al día siguiente que desperté me sorprendí al encontrarme en la camilla y ver a Ilán de pie mirando por la ventana pude notar una nostalgia.

—Se supone que la camilla es para los pacientes y no para las personas que los escapan de matar —él me miró —buenos días, no he sentido el momento en el que me acostaste, ¿A qué hora fue?

—Buenos días, de hecho dormiste conmigo en la camilla —me sonroje al escucharlo —no podía dejar a una mujer durmiendo tan torcida, a ese paso hubieras amanecido con una tortícolis muy dolorosa. Gracias a tu compañía la estancia fue menos sofocante así que no te preocupes demasiado por este detalle.

Miré que él estaba tomando el traje con el que había venido y se fue al baño, en lo que se cambiaba entraron los doctores que me dieron unos papeles.

—Ahí se encuentra el alta de su esposo y también los medicamentos que tiene que tomar, trate de que los beba de manera puntual y que no consuma nada que lleve pimienta.

Los doctores se fueron y cuando Ilán salió del baño me miró con los papeles en la mano, él los tomó para después guardarlos en su bolsillo; la enfermera que amablemente me había traído ayer entró con una bandeja y se acercó a nosotros.

—Le voy a retirar el catéter —ella se colocó unos guantes —por favor tome asiento para hacerlo.

Una vez que la enfermera retiró el catéter nos fuimos del hospital, pedimos un taxi ya que ninguno traía vehículo para movilizarse, me quedé nuevamente dormida y solo sentí como Ilán me apoyaba en su hombro. Sentí como me estaban sacudiendo y una voz amable me llamaba.

—¿Qué sucede? —frote mis ojos y bostece —me quedé dormida, soy un desastre completo; ya pagó el pasaje señor.

—No es necesario que lo hagas —Ilán habló y lo miré con sorpresa —¿Qué sucede? ¿Por qué me miras de esa forma?

—Pensé que te habían ido a dejar a tu apartamento —frote mis ojos nuevamente —no sabía que habías venido hasta aquí.

—No te podía dejar sola por comenzar y segundo pues tengo mi carro aquí por si no recuerdas. Ahora baja que yo voy a pagar el pasaje.

No recordaba el detalle de su coche, supongo que lo necesitaba para poder irse más fácilmente. Una vez que el taxi se fue entramos a la casa y ahí miré toda la comida que habíamos pedido, mantuve a Ilán alejado de la pizza porque no quería arriesgarme a que regresará al hospital por una tontería de esa magnitud.

—Se supone que soy yo la que te tiene que cuidar —hablé un poco apenada —deberías ir a descansar para que esa noche en el hospital no te pase factura, aprovecharé para hacer lo mismo ya que tengo que ir a trabajar hoy en la noche.

Ilán se fue y caminé hasta mi cuarto, al caer en la cama me puse a pensar que tenía que ir a Mánchester, el temor al pensar que mi tía y Angelique me encontrarían en la tumba de mi abuela había ido disminuyendo considerablemente; ellas no me podían hacer nada y lo peor sería pasar en la prisión por algunos años en caso de que mi querida prima se encontrara muerta pero era algo que dudaba demasiado ya que ese tipo de noticias generalmente vuelan. Fui al trabajo y al estar en mi camerino me sorprendí ver al señor N en un rincón del mismo, no pude evitar dar un brinco muy grande y ponerme a la defensiva pero me relajé al ver que se trataba de él con un antifaz en vez de una máscara.

—Por un demonio me has dado tremendo susto, ¿Qué haces aquí? Si es para hablar conmigo desde ya te digo que no puedo hacerlo, tengo que trabajar.

—Solamente venía a ver como te estaba yendo y también para preguntar en dónde te estás quedando ya que me gustaría hablar contigo, te voy a pagar como siempre.

—Te dije que te iba a dar mi número pero te obsesionas con mantener la confidencialidad, muy bien te daré mi dirección para cuando desees llegar. 

Él se fue una vez que tuvo la dirección de mi casa, salí a trabajar y mi sorpresa fue muy grande al ver a Ilán en las mesas del frente, mis nervios al ver que me veía detenidamente eran enormes sin embargo trataba de contenerme lo más que podía ya que no quería hacer el ridículo. Al finalizar mi número un hombre se me acercó y me extendió una rosa que acepté a pesar de que no me sentía cómoda.

—Astrid —Parker entró a mi camerino —hay un hombre que te quiere invitar una copa, si no deseas acompañarlo estás en todo tu derecho, es el mismo que te dió esa rosa que sostienes.

—No quiero acompañarlo, además no soy de las que toman —coloqué la rosa en un rincón —¿Puedes ser tan amable en decirle que declinó su invitación?

—Sí claro —él se dió la vuelta pero se detuvo y me miró —por cierto, creo que deberías aprender otro tipo de baile, estaba pensando en danza del vientre. Trata de pensarlo y en caso de que accedas me avisas que voy a pagar las clases correspondientes.

—Muy bien, una vez que tenga una respuesta te lo haré saber —le sonreí —por cierto me gustaría pedirte permiso para ausentarme dos días, tengo un viaje a Mánchester y no lo puedo posponer.

—Está bien, ahora descansa y prepárate para el siguiente número. Por cierto, Ilán también quiere verte, no sé si te vas a sentar con él o también vas a rechazar su invitación.

—Entonces dile al hombre que me regaló la rosa que me encuentro comprometida con otro cliente, prefiero sentarme con Ilán a hacerlo con él —le sonreí a Parker —muchas gracias por ser un jefe tan decente, a otras personas poco le importa el bienestar de sus empleados.

—Si ustedes se encuentran bien y cómodas con el ambiente de aquí es algo que me conviene, además aunque bailes en un tubo no significa que vas a acceder a los deseos asquerosos de un poco hombre que piensa que porque tiene dinero es dueño de una mujer.

Parker se fue y me puse una bata para ir a sentarme con Ilán. Él sonrió al verme, se levantó de su asiento y movió la silla con galantería, le sonreí y me senté mientras un mesero llevaba una copa de alcohol.

—Lo siento pero no bebo —moví la copa —solo traiga un poco de soda o agua, además aún me falta un número que dar.

El mesero accedió y me llevó una soda, Ilán pidió un whisky en las rocas para acompañarme. Estábamos conversando cuando el hombre que me había dado la rosa se acercó a mí.

—Pensé que me iba a dar el placer de acompañarme esta noche, miré que aceptó la rosa y supuse que no era del todo desagradable para usted.

—Lo siento pero ya había aceptado la invitación del caballero presente antes que usted me pidiera acompañarlo a su mesa, además si tomé la rosa fue por mera educación y no pensaba que esperará algo en retribución de este pequeño detalle.

—Me ofende que piense que soy tan tonto, no creo que la invitación de el señor presente fuera primero que la mía —él mostró una sonrisa que me puso la piel helada —además, en esta vida nada es de gratis querida y dado que tienes pinta de prostituta estoy seguro que es la primera vez que alguien te da eso que tu llamas pequeño detalle.

—Bien, ya que estamos siendo honestos pues le digo que tiene la razón, quise ser educada al rechazarlo ya que definitivamente no me interesaba acompañarlo a su mesa porque no me daba buena espina en absoluto y mi ojo de loca que nunca se equivoca sigue invicto —me levanté y lo miré sin temor —además se encuentra equivocado, he recibido mejores flores de otros tipos que solamente buscaban su conveniencia, ¿Y qué cree? A ellos también le di una patada ahí detrás donde no le da el sol.

—Solo dime cuánto quieres para acostarte conmigo —él me tomó del brazo —sé cómo se manejan las tipas como tú y eso es lo único que les interesa.

—No tiene la capacidad para acostarse conmigo —le sonreí burlonamente —así que le pido que se regresé a su mesa sino quiere que seguridad lo saqué a patadas.

—Por favor, te puedo pagar más de lo que crees —se acercó a mi cara —solo dime la cantidad y te la doy…

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