Capítulo 4

Moví mi cabeza de un lado hacia el otro, al menos eso sí podía hacerlo. El hombre se levantó ya que estaba de cuclillas y me miró un poco preocupado.

—Creo que no se encuentra bien, deberíamos llevarla al hospital de una vez Parker —él miró a mi jefe con preocupación —te miró demasiado tranquilo, se supone que es tu empleada.

—Que lindo está el sol —fue lo primero que se me ocurrió decir y maldije ya que estaba en mi camerino —lo siento, quería decir la luna.

—Pero si aquí no se mira la luna —el hombre habló asustado —¿Se siente bien señorita? ¿Acaso tiene fiebre o algo por el estilo?

Puso su frente con la mía y esto fue más que suficiente para sentir como mi temperatura subía varios grados centígrados, él le dijo a Parker que tenía fiebre y mi jefe se puso a reír al ver la escena de la que nadie se percataba.

—Creo que quien la está poniendo nerviosa eres tú y nadie más que tú —Parker apartó al hombre de mí —hasta el momento ella se había comportado con total normalidad y todo fue que te viera para que se pusiera así. Astrid si deseas te puedes ir a tu casa para que descanses, solamente te hace falta un baile pero alguna de las chicas te puede cubrir sin ningún problema.

—Muchas noches, buenas gracias —maldije y Parker se rió —jefe no me haga esto, solo estoy un poco nerviosa.

—Espero que mañana estés menos nerviosa, ahora vete a descansar y trata de no matar a nadie en la carretera por ir pensando en este tipo.

—Deberías ir a dejarla —el hombre habló un poco preocupado —vamos Parker no seas así, la pobre chica puede sufrir un accidente.

—La iría a dejar si no tuviera un negocio que manejar, además no es mi culpa que se encuentre en este estado; en todo caso serías tú quien la vaya a dejar.

Le estaba rogando a toda la corte celestial que este hombre no accediera a irme a dejar pero en el momento que me pidió las llaves de mi carro se las entregué sin embargo todos quedamos helados al ver que lo que sostenía en sus manos era un tampón extra grande.

—Mira en qué estado dejas a la pobre Astrid, ella se encuentra tan nerviosa que no recuerda que no tiene carro —Parker empezó a reír de forma incontrolable —felicidades amigo aún mantienes tu atractivo al punto que te dan un tampón en vez de unas llaves que no existen.

Rápidamente le arrebate el tampón y él caminó mientras toda su cara estaba roja como un tomate, me llevó hasta su coche y ahí abrió la puerta pero se sorprendió al ver que me encontraba de pie mientras miraba la cajuela.

—Si piensas que te vas a ir en la cajuela definitivamente te encuentras más que loca, deja de estar tan nerviosa que no te voy a hacer nada y ven aquí en la parte delantera si deseas o te puedes ir atrás para no estar tan cerca de mí; ahí no puedes viajar —él señaló donde miraba —si la policía me detiene y te encuentra en ese sitio van a pensar que te secuestré y me meterías a serios problemas ya que en definitiva no puedes hablar con coordinación en estos momentos, me llamó Ilán y tengo entendido que tú eres Astrid, no te haré daño y no tienes porque estar nerviosa a mi lado, créeme que solo quiero ir a dejarte a tu casa.

Asentí y él me sentó en la parte delantera, abrochó mi cinturón para después dar la vuelta. El carro arrancó y veía el paisaje nocturno, poco a poco mis pensamientos se sumergieron en mi abuela y logré tranquilizarme lo suficiente para darle la dirección de mi casa, al llegar se detuvo y me miró.

—Muy bien te encuentras servida, disculpa por hacer que te pongas tan nerviosa —él habló con vergüenza —es la primera vez que alguien reacciona de esa forma solo con verme.

—Muchas gracias y no se preocupe que eso es algo que me sucede cuando veo a un hombre apuesto —me sonroje —¿Ya ceno de pura casualidad? Aún es hora para pedir una pizza si desea comer algo.

—Es bueno saber que puedes hablar como una persona normal, no te quiero molestar así que no te preocupes demasiado que me voy a mi apartamento a dormir.

—No es ninguna molestia, si deseas puedes pasar a mi casa en lo que pido una pizza —desabroché mi cinturón —es mi manera de agradecerte por haberme venido a dejar.

Al final Ilán me aceptó la invitación y entramos a la casa, él miraba a través de una puerta de cristal que daba al patio y en dónde se encontraban unos arbustos que tendría que podar; miré que se quitó el saco de hombre de negocios y dobló las mangas de su camisa.

—Pizzeria Fratello´s —habló alguien al otro lado de la línea —¿Aló? ¿Quién habla? Genial, si a usted no le importa perder el tiempo me parece bien pero no me haga perder el mío.

—Disculpe —salí de mi trance —buenas pizza, me da unas noche; lo siento, quiero decir, noche pizza, me da unas buenas.

—Señorita deje de jugar con nosotros, ¿Qué es lo que quiere? Tenemos demasiado trabajo encima para que nos esté haciendo perder el tiempo de esta forma.

—Deberían ser más amable con sus clientes, buenas noches me da una pizza de carne con borde de queso y una soda grande —hablé mientras resoplaba —también unas alitas barbacoa con papas y una rebanada de pastel de chocolate.

—Muy bien, necesito que me dé su dirección para enviarla. Llega dentro de 20 minutos así que esté atenta.

Una vez que le di la dirección y colgué fui a buscar el dinero, Ilán se encontraba sumergido en sus pensamientos y al acercarme me di cuenta que la casa de al lado estaba en construcción pero me incomodaba ya que parte de mi casa se encontraba a simple vista.

—La pizza ya viene en camino, me iré a cambiar en lo que viene —él me miró y me puse roja —si desea algo trate de buscarlo ya que no tengo mucho tiempo de haberme mudado aquí.

Me fui a mi habitación y saqué mi pijama de mapache, amaba estos animales pero ahora el temor con la rabia eran muy grandes. Escuché que la pizza llegó y me apresuré para ir a pagar, una vez que abrí la puerta y el vendedor me miró sonrió de manera incómoda.

—Buenas noches, aquí tiene su pedido señorita —él me lo extendió —espero que lo disfrute mucho.

—Aquí tienes, te puedes quedar con el cambio —le pagué y recibí el paquete —muchas gracias y que tengan buenas noches.

Entre con toda la comida que había ordenado, Ilán al ver tanta cantidad se sorprendió y no lo culpaba pero últimamente casi no comía por estar asistiendo a mis clases. Nos sentamos a comer sin embargo en el momento que él comió un trozo de pizza empezó a toser sin control y me sorprendí al verlo completamente rojo.

—¡Dios mío! ¡¿Qué sucede Ilán?! —fui a su lado y miré como se estaba inflamando —¿Acaso eres alérgico a algo?

Él asintió y tuve que cargarlo hasta la salida, genial solo a mí me pasaban estas cosas. Arranqué en el coche a toda velocidad y en el momento que una patrulla me intentó detener la ignoré por completo, llegamos a la sala de emergencias del hospital más cercano y el oficial que me había alcanzado me ayudó a cargar con Ilán ya que era muy alto y pesado.

—¡Necesito ayuda urgente! —grite y una enfermera me miró —comió algo y es alérgico por favor denle medicina que no quiero terminar en prisión.

Pasaron al hombre a una sala y ahí me quedé esperando, el oficial de policía comprendió la situación así que me libre de una buena multa o de pasar la noche en los separos. Una enfermera salió y al verme se acercó donde me encontraba.

—El señor ya se encuentra bien pero tendrá que pasar la noche en el hospital, lo trasladaremos a una habitación para que se encuentre más cómodo —ella me sonrió —por favor espere un momento que no demoramos.

Luego de unos minutos sacaron a Ilán de la sala de emergencias y lo fueron a acomodar a una habitación, en el momento que entré me quedé de pie esperando que este hombre me regañara por lo sucedido, la enfermera que había hablado conmigo se acercó y me tocó el hombro.

—No se preocupe que su esposo va a estar bien —ella me sonrió —ahora vaya a darle un beso y a mimarlo porque por poco entra en un paro respiratorio.

—Oh no, él no es mi esposo —confesé apenada —apenas hoy lo conocí y ya lo mandé al hospital, soy un completo desastre.

—Le aconsejo que no le diga a nadie eso, generalmente solo los familiares cercanos pueden estar con el paciente y si acaso algún doctor o enfermera de mente cuadrada se da cuenta va a terminar por sacarla, supongo que se quiere quedar aquí.

—Si, quiero estar al pendiente de él —contesté de forma apresurada —muchas gracias por decirme esto, mi abuela me enseñó a que tenía que hacerme responsable por mis actos.

La enfermera se fue y me acerqué un poco tímida donde se encontraba Ilán, él se miraba mucho mejor pero en sus mejillas aún había cierto rubor que me hacía preocupar sin embargo dudaba que fuera por la alergia.

—No tenía idea de que eras alérgico a algo, disculpa por lo que te hice pasar —confesé apenada —¿Me puedes decir que desencadenó esta alergia? 

—Soy alérgico a la pimienta, cualquier cosa que llevé aunque sea un mínimo de este ingrediente es suficiente para mandarme al hospital. No te preocupes en ofrecer disculpas ya que no es tu culpa, debí haberlo dicho antes de que hicieras el pedido de pizza; si deseas te puedes ir a dormir a tu casa…

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