‘¿Qué rayos dijo este hombre?’ me pregunto mentalmente confirmando que no estoy sorda, si no, que no creo en la posibilidad de que haya dicho algo así, cuando realmente si lo dijo.
Mi corazón se acelera y mi cuerpo se debilita tanto que caigo en el césped de tal forma que se descarta la posibilidad de que pueda marcharme y él también parece darse por vencido con lo que sea que fuera que le estuviera pasando.— ¿No vas a decir algo? — pregunta él y yo siento que he perdido la posibilidad de emitir un solo sonido.— Yo…— Sandra, vete, por favor, necesito que te marches o no podré controlarlo más. Necesito liberarme.— Libérate entonces. — susurro sintiendo que he hecho un gran esfuerzo por decir solo esas dos palabras, unas que hacen que él se levante de donde se encuentra y camine hacia mí.Pero, parece