Massimo y Paloma recogieron todo aquel botín. Paloma, a regañadientes, aceptó las joyas que su padre le entrego, después de ello, Massimo tomo la caja y salieron de la habitación.
- Así que, ¿aquí vivió mamá cuando era joven? – Dijo Paloma observando aquel lugar.
- Sí… En realidad, este siempre fue mi hogar, aquí vivía desde niño. – Dijo Massimo con nostalgia.
- ¡Vaya! Sí que es enorme esta casa, oye, Massimo, pero ¿Acaso esta casa no se las habían embargado?
- Sí, pero legalmente le pertenece a Laura… - Dijo Massimo tranquilamente.
- ¿Cómo?
- Leonardo, no sé cómo, pero movió esta y la casa de Caterina a nombre de Laura, por lo que, legalmente, esta y la casa de Caterina le pertenece a Laura.
- ¿Ella lo sabe?
- No, aún no… Quiero que pasando tu boda hagamos varios cambios, pero no quiero que ninguno afecte tu gran día… - Dijo abrazando a su hija.
- ¡Gracias!
- ¿Por? – preguntó Massimo, intrigado.
- Por esto, por pensar en mí, por pensar en mi felicidad, sé que no hemos estado muchos añ