Massimo se levantó de la banca con una sensación de pesar en el cuerpo y sobre todo en el corazón.
Todo este tiempo había sido un imbécil, él se había convertido en el verdugo de Guadalupe sin razón.
Ella nunca quiso lastimarle, ella solo le entregó su corazón, su juventud y su virginidad, solo para ser pisoteada.
Con la mano temblorosa, saco su teléfono y le marco a Matteo:
- Matteo, necesito que me ayudes a investigar lo siguiente, quiero saber... ¿Qué ocurrió el día que me casé con Guadalupe?
- ¿Señor? En específico, ¿Qué quiere que busque? - dijo Matteo sin entender que era lo que quería su jefe.
- ¡Para empezar quiero saber si Alessia estuvo ahí!
- Pero señor, eso usted lo sabe, ella fue a verle… - dijo Matteo, recordando claramente lo que sucedió.
Las palabras que Matteo había dejado salir retumbaron en los oídos de Massimo.
¡Era cierto! Él lo había olvidado. Alessia, sí estuvo ahí, fue a pedirle que no se casara.
Ella podría buscar trabajo en otro lugar, le propuso, pero, Mas