Massimo regresó de Alemania, su vida había cambiado con ese viaje, el hombre traía más preguntas que respuestas, el único que podía contestarlas estaba en Eslovenia.
— Pietro… Eres un hijo de puta, ¿por qué demonios tengo que ejecutar tu estúpido plan? — Dijo Massimo en voz alta.
Por obvias razones nadie le contesto, tomaba un trago de whisky cuando alguien llamo a la puerta de su estudio.
— ¿Massimo? — Se escuchó una voz femenina.
— ¡Adelante! — Dijo Massimo girando su silla hacia la puerta.
Paloma entró y camino observando con detalle aquel lugar, el hombre la miro y sintió un gran golpe de calidez al ver cómo su hija miraba curiosamente ese lugar, uno al que muchas veces se negó a compartir con su madre.
— ¿Qué sucede Paloma? ¿Cómo te has sentido estos días aquí?
— Precisamente de ello te quiero hablar…
— Dime… Soy todo oídos…
— Vine aquí a cuidar de Laura y los chicos, planeo quedarme una temporada, como dije, espero que no te moleste…
— ¿Por qué debería molestarme?
— Sé que entre