Guadalupe, de pronto sintió gran pesar, le comenzó a faltar el aire al momento que recordó cómo hace unos días, ella le esperaba en la sala con una gran sonrisa y le decía:
- ¡Massimo, la cena está lista! ¡Vamos, ponte cómodo y cenemos!
Ella, con su amplia sonrisa, le hizo sentirse cómodo solo con verle. Esa noche la cena tenía un especial toque hogareño.
- ¿Recuerdas qué día es hoy?
- ¡No! – Respondió Massimo con un tono seco y cortante.
- ¡Es nuestro aniversario tontito! ¡Sabía que lo olvidarías, pero yo no, así que hice una cena con todos tus platillos favoritos! ¡He estado practicando con Emma y creo que voy mejorando!
Su esposa era como un loro, una vez que hablaba no había quien le parara el pico. Hablaba y hablaba, le contaba su día, cómo había comprado los ingredientes y cómo había seleccionado las frutas y vegetales más adeudados para la cena.
Él, sin inmutarse en lo que decía, se perdió en el recuerdo de lo que aconteció la tarde de hoy en su oficina.
Esta tarde, Alessia habí