- ¡Massimo por favor, no me quites a mi hija! ¡Por favor!
Massimo despertó de pronto de su breve descanso y fue directo a tomar la mano de su esposa para despertarla, al parecer tenía una pesadilla.
- ¡Guadalupe, despierta! ¡Tranquila, despierta, todo está bien! – Dijo mientras trataba de moverla sutilmente.
Ella abrió los ojos y lo miró con recelo, no se dio cuenta de que estaba hablando dormida, una lágrima salía del rabillo de su ojo.
- ¿Qué haces tú aquí? ¿No fui clara? ¡No quiero que me cuides! ¡VETE! – Grito Guadalupe.
- Estabas teniendo una pesadilla y te desperté, pero si tanto te molesta mi presencia, me retiro. – dijo Massimo molesto.
- ¡HAZLO! ¡NO QUIERO VERTE! ¡LARGATE! ¡VETE AL INFIERNO! ¡ESO Y MÁS TE MERECES! – gritaba Guadalupe con desesperación.
Massimo al ver el estado de alteración de su esposa, prefirió salir del cuarto, los gritos alertaron a la enfermera que estaba de paso, así que entró a la habitación para ver qué sucedía. Ella entró al mismo momento que Massimo