Massimo tomaba tranquilamente de su whisky, era una costumbre que había comenzado a desarrollar. Lo había estado haciendo a menudo cuando algo le generaba molestia, su mente estaba hecha un lío, la carpeta número 4, había resultado toda una revelación, Massimo no era hijo de Leonardo, adicional a que ahora el único heredero, nada de lo que supuestamente le pertenecía era suyo.
Él dedicó toda su juventud a esa empresa y jamás iba a pertenecerle, ni siquiera un porcentaje, el hombre sonrió sarcásticamente y dijo:
— Ya debería estar acostumbrado, todo el mundo ha buscado la manera de aprovecharse de mí, esto no sería la excepción.
— Massimo, lamento mucho todo esto hijo, no sé qué decirte. — Dijo Matteo colocando una mano en el hombro.
— No me duele la empresa y sus acciones, no necesito nada de ello. Me duele nunca haberme dado cuenta la clase de vida que llevaba mi madre, mi padre siempre fingió ser un buen hombre. Aunque qué puedo decir yo, si hice exactamente lo mismo con Guadalupe en