Alessia Amato
Ese julio 17 había llegado a su fin, Massimo regresó con una chica eternamente agradecida por regalarle uno de los mejores días de su vida.
- ¡Guadalupe, hoy me la he pasado de maravilla! Pero debo revisar mis correos, por lo que no voy a cenar. Puedes acompañarte con Emma, voy al estudio.
- ¡Claro! No te preocupes, ¿Gustas que te lleve un emparedado? - preguntó la chica amablemente.
- ¡No es necesario! - respondió Massimo caminando hacia su estudio.
- ¡Pienso que sí! Te lo llevo, por si te da hambre.
- ¡Ok!
Massimo entró en su estudio y comenzó a leer sus mails, de pronto hubo uno que le llamó la atención. No se trataba de un tema de trabajo, pero sí era de su interés. Cuando vio la dirección de correo, toda su atención se posó sobre este.
“Hola, Massimo
¿Cómo estás? Espero que te encuentres bien, después de un largo rato fuera del país, por fin regresé. Desconozco si aún conservas el mismo número telefónico, por eso te escribo aquí, sé que tus mails siempre los verás.
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