Habían pasado unas semanas después de que Luciano se fue a Nueva Zelanda. Él había hablado con Adrien, el joven ya estaba dentro del grupo integrado por las 3 familias.
Massimo no lo reconocía abiertamente, pero el joven tenía madera para los negocios, aunque aún cohibido. Gracias a la soltura de Pietro, las ideas del joven Adrien salían a relucir.
- Ya deberías dejar de ser tan estricto con el mocoso… - dijo Pietro entregándole un trago de whisky a Massimo.
- No me puedo dar el lujo de ser el hombre blando aquí, no al menos hasta que el mocoso, como tu dices, muestre su verdadera valía.
- ¡Ya! ¡Ya! No digo nada, porque en años, me podría ver igual… Lo que sí te puedo decir es que el mocoso, no es tan tonto como creíamos, si le gira su ardillita.
- Ya no trates de echarle tantas flores, él viene, hace su trabajo, cumple su jornada laboral y nosotros pagamos por ello.
- Una muy buena cantidad, por cierto… - dijo Pietro burlonamente.
- Al final, ese dinero llegará a manos de mi nieta y p