Capítulo IV: El inicio de la amistad, despertando al durmiente.

Kimberly.

No podía creer que ese pervertido fuera el asistente y mejor amigo del marido de mi mejor amiga. Y encima me llamaba problemática, por su cara parecía que sólo fue un encuentro fortuito, no era para tanto, solo le faltaba bostezar. La rabia me comía, porque sabía que para mí era algo mucho más importante, ese desaprensivo me había robado mi primer beso, y parecía que no le importaba.

-” ¡Mira que eres creído!, lo tienes todo, pervertido. ¿Quién fue quien causo problemas?, ¿quién fue el que no pudo apartar sus manos, su cuerpo y sus...labios?, eres un maldito salido, un peligro para las mujeres. Además, nunca dije que fuera mi primer beso eso lo supusiste tú, gracioso”- le dije roja de furia. Ni adrede volvía a llamarlo guapo.

-” Protesta demasiado la dama, ¡ni que la hubiera llevado a mi cama!, da igual. Jefe me voy, no deseo que la mejor amiga de la señora, se vea afectada otra vez, y tenga alucinaciones, donde no ha pasado nada importante.”- dijo el pervertido de Jason Blake.

-” Ni se te ocurra irte de la cena que celebra tu señora, y tus sobrinos, no sé lo que vas hacer, pero si ellos no están contentos yo no estoy contento, y sabes lo que ocurre cuando no estoy contento”- la voz del marido de mi amiga, el atractivo y alucinante Norman Miller dejo claro que él pervertido Blake no se movía de allí, y una sonrisa de burla al ver al Jason bajar la cabeza y volver a sentarse en su asiento, junto a los bebes en sus sillitas, que no quitaban la vista como encantados de ver a sus tíos discutir.

-” No te preocupes, señor pervertido, soy yo la que me voy, no deseo compartir ni un segundo de mi tiemp...”- no pude terminar, en ese momento mi astuta amiga me dejo a Roy en mis brazos. Y como siempre ese pequeño conquistador me abrazo con alegría mientras me tocaba la cara, mientras mi princesa lloraba, sentada en su carrito de bebe, para que le prestara atención, ya que veía a su hermano en mis brazos. A esa pequeña manipuladora no le gustaba ser el centro de atención, y eso era algo que mi descarada amiga, madre de las criaturas, sabía. Así, que como siempre, caí en su trampa como una primeriza. Que podía hacer, cuando se trataban de mis bebes adorados, estaba todo perdido, los adoraba.

Ailan era la bebe más exigente que había conocido, tampoco era que conociera muchos, quizás en las sesiones de fotos para los anuncios. Esa niña deseaba ser siempre el centro de atención, por eso la adoraba. Si no fuera porque era una de los herederos Miller, estoy segura que esa granujilla, el día de mañana, seria modelo, actriz, o incluso cantante, lo que fuera, por ser el centro de atención, y no dudaba, por su carácter y su forma de ser, que llegaría lejos, adoraba a esa pequeña diosa.

Roy, por su parte, era el único hombre que permitiría que se adueñara de toda mi tención, era él bebe más guapo que había visto nunca, incluso en anuncios.

Se parecía a su padre, y seguro que, por lo poco que he conocido o me han contado de Norman Miller, tenía mucho de su carácter. Ese pequeño presidente, iba a ser incluso más impresionante, si el día de mañana, al heredero Roy Michael Miller, se proponía esclavizar a las mujeres de entre dieciocho a noventa años de este mundo, todas sin excepción irían voluntariamente a someterse a los designios de su amo.

-”Yvaine, eres una manipuladora, sabes que tus hijos son mi punto débil.”- le dije en voz baja disimulando con una sonrisa mientras calmaba a la princesa Ailan cogiéndola en mis brazos y sentándome en el sillón para ponerlos en mi regazo.

Mientras mis dos, bebes me abrazaban y me sonreían mientras pronunciaba sonidos ininteligibles, en un dialogo que, mantenía conmigo, mientras yo les respondía, miraba a mi amiga de reojo. Ella me devolvía la mirada con una sonrisa con cierta inocencia, aunque no me engañaba, era toda una manipuladora.

Hay algo que tengo claro, y es que el poder de manipulación que tiene la diosa Ailan, era herencia de su lado materno. Por eso, una mujer tan supuestamente cariñosa, dulce y fuerte como Yvaine Stewart, había sometido a una pantera como era el gran Norman Miller, lo tenía enloquecido, con sus manipulaciones.

Estaba intentando enviar miradas de advertencia a la “inocente” señora Miller, mientras entretenía a mis adorados sobrinos, que parecían tan contentos de verme después de tanto tiempo, estaba tan ensimismada, que no me di cuenta que alguien no apartaba sus ojos de mí.

-” Pero, ¿quién es esta preciosidad, que adoran tanto mis bisnietos? “- una voz ajada por los años, pero aún muy atractiva me hizo alzar la vista de las personas más importantes de mi vida actualmente. Ante mí una versión mayor, pero no por ello menos atractiva de Norman Miller apareció ante mí, guiado por un bastón.

-” Abuelo ella es Kimberly mi mejor amiga, fue ella quien me ayudo a durante el embarazo y los primeros meses de vida de sus bisnietos, Kimberly, te presento a....”- me comenzó a presentar Yvaine, pero el abuelo la interrumpió.

-” ¿Así que tú eres el ángel guardia que cuido de mi nieta, y de mis herederos?, como recompensa te acojo como otra de mis nietas, la familia Miller tiene una deuda contigo que durara toda la vida, además como mi nieta eres como la tía de mis bisnietos, así queda todo en familia. Norman has que Jason se case con Kimberly, este muchacho anda muy descarriado por ahí, y mi nieta es toda una preciosidad seguro que lo lleva por buen camino”- ante la conversación del Miller senior, yo solo pude mira a Yvaine , preguntándole con la mirada donde me había metido. Miré unos segundos al asistente Jason y supe que él pensaba lo mismo, aunque su cara no sólo tenía una emoción incredulidad, también de terror. Lo peor de esta situación, fue las contestaciones de Norman y Yvaine.

-” Lo que ordenes, abuelo.”- dijeron las dos a la vez sonriendo y mirándose como si compartieran una broma secreta.

En ese momento sólo quise desaparecer, pero los dos angelitos, me tenían atada a un sillón.

-“Yvaine Stewart, ahora señora Miller, ¡esta me la pagas!”- mi mirada debió transmitir mis pensamientos porque la rubia estalló en carcajadas mirándome de reojo.

Jason.

Miré a mi jefe advirtiéndole con la mirada que no estaba para juegos, no era la primera vez que el abuelo Miller, se metía en una encerrona para casarme, desde que conocí a Norman, había sido como un abuelo para mí, llevamos casi toda la vida juntos, desde el colegio, mi manera de eludir los problemas que había en casa, con las discusiones de mis padres, pasaba por pasarme los días en la mansión Miller, total mis padres apenas se daba cuenta que yo estaba allí, si no era para usarme de arma, para sus disputas .

Yo provengo de una familia no excesivamente rica, pero sí, de grandes ingresos, por eso podía asistir a los mejores colegios para futuros herederos de grandes compañías, mis padres pretendían que yo me codeara con lo mejor de Nueva York. Allí fue donde conocí a Norman, mientras me defendía de unos chicos que me acosaban, por no ser tan rico como ellos.

Yo odiaba la violencia, debido a las grandes discusiones que había en mi casa, evitaba los conflictos a toda costa, esto, en el colegio, era una señal de debilidad, para los matones hijos de papá aburridos en colegio, me usaban para sus “juegos” y así “divertirse”. No era un niño bajito, ni delgaducho, tenía una complexión fuerte y alta, pero no me sabia defender, hasta que el día que Norman le dio una paliza a todos los que me acosaban y me dijo que a partir de ese día yo debía aprender a defenderme que ningún amigo de él podía ir por ahí recibiendo palizas o siendo intimidado, me obligó a tomar clases de judo, karate, y defensa personal, mientras él asistía a las clases conmigo, las clases las impartía su maestro de artes marciales, en su casa. Por eso la mansión de Norman Miller se convirtió en mi hogar y su abuelo, en él mío, de echo el señor Miller senior, no permitía que yo lo tratara de usted, siempre quería que lo llamara abuelo. Fue así como pasamos a ser, no sólo amigos, sino presidente y asistente, todo gracias a la colaboración del abuelo, que, tras hablar con mis padres, se ofreció a financiar mi carrera universitaria.

Cuando fui a la universidad, para prepararme para ser la mano derecha del heredero del Grupo Miller, Norman, fue a la misma universidad, pese a que podía optar a otras de mayor prestigio, siempre aludió que esa universidad era la mejor en empresariales y comercio internacional, pero yo supe que lo hizo por estar a mi lado. Fue en ese momento, donde le juré serle leal el resto de mi vida, siempre le ayudaría a llegar a lo más grande y obtener todo lo que quisiera, aunque tuviera que sacrificar mi vida para ello.

Algo me decía, que, si mi “mal” amigo Miller, se empeñaba en cumplir la orden de su abuelo, esa promesa que le hice iba a ser los clavos que cerrarían mi ataúd.

Decidí que hablaría con mi amigo sobre esto, cuando no estuviera bajo la influencia ni de su esposa ni de su abuelo. En ese momento decidí mirar a la única persona que podría salvarme de tener que cumplir con mis promesas por ser la única no sometida a la influencia Miller.

La cara de Kimberly era todo un poema miraba a su amiga como si fuera un alíen recién aterrizado en La Tierra.

Se levantó del sillón con los bebes en los brazos, se dirigió a mí y dejó a Ailan en mis brazos, todo esto sin mirarme a la cara, ya que en todo momento no le quitaba la vista de encima a su supuesta mejor amiga, cosa que yo entendí, ya que de todas las cosas horribles que mi mejor amigo, me ha hecho hacer bajo nuestra promesa de fidelidad, esta era la peor.

Luego se dirigió a Norman y le entregó a su hijo, los tres Miller miraron a la pelirroja con la misma expresión de auto suficiencia, mientras Kimberly agarraba a su amiga del brazo y tras dar una excusa, la arrastró fuera de la sala. Miré a los tres, y tenían esa cara de querer saber que era lo que estaba sucediendo, pero sin querer demostrarlo. Era como ver a una misma persona en distintas etapas de su vida. Cuando eran bebe, cuando era un hombre adulto y finalmente cuando era un anciano.

-” No sé lo que pensaras tú, Ailan pero como no controles a tu hermano mayor, va a ser igual de controlador que tu papá y tu abuelo, y no sé si con el carácter que heredaste de tu madre, se los vas a permitir a los tres. “- le dije en alto, para que lo oyeran los tres. Roy me miro, como intrigado por saber que le decía a su hermana, y me sonrió, y el abuelo se hizo el que no sabía de lo que hablaba. En cambio, mi jefe puso esa cara que dejaba claro que, por menos, había destruido las vidas a más de un enemigo. Y en eso no mentía, ya que yo fui su brazo ejecutor.

-” ¡Deja de darle ideas a mi hija, ya tiene suficientes de su madre!”- me dijo serio, mientras el abuelo no podía evitar soltar una carcajada.

-” Lo ves princesa ese el problema de papá, no sabe cómo decir las cosas sin ser arrogante, menos mal que mamá y tu saben bajarlo a la tierra, más Miller arrogantes, y se acaba la descendencia, ¿No crees Roy William?”- mi sobrino me miro encantado, con gorgojeos y gritos de felicidad me indicaba que me acercara a él y mediante gestos con su bracitos me pidió que lo cogiera de los brazos de su padre.

-” Ves Norman, hasta el futuro presidente de Miller Holding, se apiada de tu asistente”- le dije cogiendo a Roy con mi otro brazo izquierdo, ya que tenía cogida la princesa Miller con mi brazo derecho.

-” No te preocupes, mis dos hijos tienen claro, quien es su padre y lo aceptan como es, verdad niños”- le dijo Norman acariciando a sus hijos en la cabeza con sus manos,

Ambos soltaron un grito de felicidad y se rieron a carcajadas al sentir las manos de su padre en su cabecita.

-” Seguro, ahora dejare que los niños se vayan con sus nanys a cenar y tú y yo tendremos una conversación, mal amigo. Ya mañana te vengaras en el trabajo. La conversación será con el tratamiento completo, Norman metomentodo Miller”- le dije dando a los bebes a las nanys que habían ido a recogerlos para bañarlos y darles la cena, antes de dormir,

Normalmente se ocupaba de ello la señora Miller, pero seguramente una sirena pelirroja la estaría matando en este momento, así que era comprensible que no apareciera.

-” Pero nada de golpes en el bajo vientre, no quiero que Yvaine se me enfade, porque le hiciste daño a una parte que ella adora.”- me dijo sonriendo irónico.

El abuelo nos miró y puso los ojos en blanco, después murmuró algo, de lo infantiles que éramos y de que no habíamos cambiado, desde nuestra adolescencia. Sin más se levantó del sillón, para irse tras las nanys, a ayudar a alistar a los bebes para su cena, al viejo Miller le encantaba pasar tiempo con sus bisnietos, y supervisar que fueran tratados con el respeto y eficacia que un heredero de su familia se merecía.

-” ¿Y no se quejará de que te golpee esa cara de ejecutivo, manipulador y frio que tienes? ”- le pregunté irónico, siguiéndole al gimnasio de la Mansión Miller.

-” Como si fuera posible que me golpearas la cara, asistente Blake.”- se rio mi jefe a carcajadas, quitándose la camisa y la chaqueta del traje Armani, cuando llegamos a nuestro destino. Yo lo imitaba, quitándome la ropa y quedándome tan solo con el pantalón del traje, no era la primera vez que, tras estar frustrado, por cualquier causa, tanto Norman como yo, terminábamos en el gimnasio de la compañía o en el de la mansión, haciendo terapia des estresante golpeando al otro.

En el último año, fue Norman quien me solicitó, en más de una ocasión, ir a nuestra terapia, debido a la aparición en su vida de la escurridiza e ídolo mío, señorita Stewart, actual señora Miller, ya que, tras sólo una noche de placer, logro desubicar del mundo, al señor todopoderoso Miller.

Me coloqué los guantes y me descalcé antes de entrar en el tatami.

-” No prometo nada, CEO Miller, no prometo nada”- le dije y lancé mi primer derechazo directo a la mandíbula de mi jefe, me las pensaba cobrar todas, y si al final me veía obligado a casarme con la sirena pelirroja, al menos me aseguraría que en las fotos de mi boda, el atractivo Norman Miller, no saliera muy favorecido.

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